Voy a contarlo como lo viví. A distancia, digitalmente, pero con el corazón en el Anastasio Girardot de Medellín. Frente a un computador, pero sintiendo plenamente el sentimiento de los muchachos en la cancha. En casa de mi querida familia en México, pero al mismo tiempo en el Parque Murillo Toro de Ibagué. Sintiendo a cada momento el orgullo y la emoción de ser tolimense.
Los primeros 45 minutos los pasé casi sin mirar el Twitter, en un hotel en la Ciudad de México. Al final de ese primer tiempo supe que íbamos 0-0 y que todavía había esperanzas. Nos recogieron para ir a una reunión familiar y en el camino uno de mis sobrinos me gritó "tío, acaba de meter gol Tolima!". Una emoción sin límites me llenó el corazón con ese gol de Sebastián Villa, apenas llegué a la casa corrí a buscar más detalles y encontré que estaban mirando el partido en el computador de la casa. Pude ver como Tolima dominaba al Nacional, como el equipo jugaba con personalidad y eficiencia. Pude ver como nos robaban un penalti y como nos empataban. Ante la inminente derrota, me quedé solo, esperando un milagro, mientras el computador comenzaba a perder la señal desde Medellín.
Pocos minutos antes de terminar, nuevamente entró mi sobrino "parece que Tolima metió otro gol!", ante lo cual nuevamente se llenó la zona del computador. Todos buscábamos quien tenía esa información, pues la señal del partido todavía estaba en el minuto 89. Una sobrina desde Bogotá confirmó la noticia en Whatsapp, con un mensaje de goooooooooool que nos llenó de alegría. Tolima dando vuelta al marcador! Frente a 40.000 espectadores! Con todo en contra! No lo podía creer. Un golazo de Danovis Banguero nos ponía en los penaltis.
Los siguientes cinco minutos los pasamos buscando una señal más estable y pidiendo que Tolima cobrara los penaltis como contra Medellín unos días antes, como contra Cali en el 2003. Todos nos sentamos frente al computador. Nacional metió el primero. Dairo Moreno continuaba su racha en finales contra sus paisanos tolimenses. 1-1 empató Tolima, otra vez Sebastián Villa. 2-1, ganando Nacional. 2-2 empatamos, con gol de Omar Albornoz. Llegó el tercer cobro y la gran atajada de Montero! El milagro se venía venir! Cobró con mucha personalidad Banguero y nos fuimos adelante 3-2. Por primera vez en toda la final estábamos ganando! Faltaba muy poco! El cuarto cobro de Nacional fue detenido por el pie del gigante arquero tolimense. Un grito grande de todos nosotros en Ciudad de México llegó hasta el Anastasio, llegó hasta el Murillo Toro de Ibagué.
En esos pocos segundos antes del cuarto penalti volví a 1965, viendo mis primeros partidos del Tolima con mi papá. Volví a ver el gran equipo de 1982, pero sobre regresé a diciembre del 2003, cuando fuimos por primera vez campeones. Junto a Marco Pérez pateamos con el alma millones de tolimenses y junto con todos los jugadores saltamos hasta el cielo celebrando la hazaña. Yo no podía reaccionar. Solo decía "campeones, campeones!". Todos esperaban que me largara a llorar, pero la tensión y la incredulidad todavía me dominaban. Me abracé con Valeria, agradeciendo el increíble triunfo. Pensaba en mis hermanos, los hinchas de de cada fecha en el estadio de Ibagué . Sonaban en el computador la guabina tolimense y los gritos emocionados de los jugadores, mientras 40.000 espectadores desocupaban el estadio en silencio absoluto.
Minutos más tarde pude hablar con mi hermano Juan Manuel en Ibagué, que ya en ese momento estaba con sus calles repletas de felices paisanos celebrando la gran hazaña. También con mis hijos nos cruzamos mensajes emocionados. Luego apareció desde España mi hermano Juan Carlos, el más constante de los hinchas tolimenses, el que más veces ha ido al estadio Murillo Toro en toda la historia. Todos felices, orgullosos de nuestro gran equipo.
Así lo viví, otra vez fuera del estadio. Como viví el subcampeonato de 1982, de rodillas todo el segundo tiempo oyendo el partido en Bogotá. Como viví el ascenso del 94, pegado al radio y llorando de alegría. Como viví el campeonato del 2003 en Cali, llorando de emoción en Ibagué junto a mis dos hijos mayores. La única vez que iba a ver coronarse al Tolima en Ibagué, perdimos una increíble final frente al Cucuta de Jorge Luis Pinto. El destino de los tolimenses ha sido que el equipo se haya coronado en Cali, Bogotá y Medellín. La próxima será en nuestro querido Murillo Toro. Espero que el destino me permita estar allí celebrando una nueva hazaña.