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domingo, septiembre 03, 2023

5 de septiembre de 1993

En este soñoliento y perezoso primer domingo de 2023 en Bogotá, vale la pena recordar aquel primer domingo de septiembre de 1993, hace 30 años, cuando Colombia entera vibraba esperando el partido de Colombia con Argentina, clave para las esperanzas de llegar al Mundial 1994 en Estados Unidos. 

LA COLOMBIA DE SEPTIEMBRE DE 1993

Septiembre de 1993 se inició en Colombia el domingo 29 de agosto, en Barranquilla. La Selección Colombia, en el mejor momento de su historia, derrotó 4-0 a Perú en Barranquilla. Con goles de Iván René Valenciano, Freddy Rincón, Alexis Mendoza y Wilson Pérez, continuando invicta en su ruta hacia el campeonato mundial de 1994 en los Estados Unidos. El grupo de Colombia tenía a Argentina, Perú y Paraguay y con el resultado de ese domingo en Barranquilla Colombia era líder del grupo, con 11 puntos. Argentina era segundo con 10 puntos, Paraguay tenía 6 y Perú no tenía ningún punto, terminando la quinta de 6 jornadas para llegar al Mundial.


En 1993, hace 30 años, Colombia vivía un momento muy especial. El gobierno de César Gaviria había abierto el país a la inversión extranjera y acababa de terminar un apagón energético, que había obligado incluso a cambiar la hora tradicional de Colombia, buscando reducir el consumo de energía. El 2 de mayo de 1992 sólo tuvo 23 horas, cuando el entonces ministro de Comercio, Juan Manuel Santos, desde el Icontec adelantó el tiempo una hora en los relojes oficiales, pasando de las 12:00 a.m. a la 1:00 a.m. en solo un segundo. En todo el país la energía se suspendía entre las 5 de la tarde y las 9 de la noche, medida que después se alivió, reduciendo el apagón a 2 horas. En febrero de 1993, la medida se suspendió y la hora volvió a la normalidad.


Pablo Escobar había escapado de la cárcel La Catedral en julio de 1992 y en septiembre de 1993 era un fugitivo, con mucho menos capacidad de hacer daño que en aquellos años entre 1989 y 1991. El ministro de Hacienda era Rudolf Hommes, que intentaba cumplir la meta de la inflación del 22%, mientras que el PIB crecía al 5.15% y el desempleo se situaba en el 7.9%. Los recién creados fondos de pensiones se habían fortalecido con una nueva Ley de Seguridad Social que privatizaba parte de la salud y las pensiones de los colombianos. La construcción se encontraba en un extraordinario boom, pero el agro no tenía buenos resultados por la apertura económica. Había un ambiente de optimismo general en Colombia.


El salario mínimo era de 81.510 pesos y se rumoraba que podría llegar a 100.000 para enero de 1994. El dólar se cotizaba en 806 pesos, es decir que un salario mínimo podía comprar 101 dólares. 30 años después, un salario mínimo del 31 de agosto de 2023 compra 280 dólares. El PIB per cápita de Colombia de los 37 millones de colombianos de 1993 era de 1.500 dólares, frente al resultado de 6.600 dólares para los 51 millones de compatriotas en el 2022.

EL 5 DE SEPTIEMBRE DE 1993

La semana previa al 5 de septiembre fue muy especial en Colombia. Muchos colombianos buscaban cupo en los atestados aviones hacia Buenos Aires, mientras que otros preparábamos la gran fiesta en nuestras casas, organizando asados y reuniones con familiares y amigos. Yo organicé una gran reunión en nuestro apartamento del Barrio La Carolina en Bogotá, aprovechando que había adquirido hacía unos meses un proyector y una gran pantalla, para poder ver partidos y películas en 150 pulgadas.


El partido ha sido contado mil veces, no vale la pena hacer una nueva crónica al respecto. En medio de un partido muy parejo, a los 41 minutos del primer tiempo Valderrama filtra un pase a Freddy Rincón y Colombia pasa a ganar 1-0. Locura en el país entero. Pasamos aquel entretiempo en una euforia total, disfrutando de la buena compañía y del buen asado. Apenas arrancaba el segundo tiempo y Faustino Asprilla ponía el segundo. Rincón puso el tercero a los 74 y Asprilla anotó el 4-0 a los 75. En nuestro estudio, repleto de gente, saltábamos y gritábamos como locos. El único cuerdo era el pobre proyector, que no soportaba la temperatura ambiente y lanzaba mensajes de emergencia “bajar la temperatura, bajar la temperatura”. Adolfo Pérez decía en la televisión “ya pueden sacar el aguardiente!”, cosa que ya habíamos hecho mucho antes.





La fiesta fue completa. En Buenos Aires, el narcotraficante Justo Pastor Perfán corrió con los gastos de la celebración y en solo champaña gastó 12.000 dólares. 85 muertos y 900 heridos costó la celebración en Colombia. En la cárcel de Medellín, René Higuita celebraba con varios internos, que se desbordaron al final y cobraron varios muertos en medio del desorden. Yo pedí a mis invitados que siguiéramos celebrando en la casa, para no salir a la calle, donde el ambiente era eufórico, pero peligroso. El tiempo mostraría que fue un buen consejo.



EL AFTERMATH

Como le dijeron dirigentes y narcotraficantes a Pacho Maturana aquella misma noche, lo único que servía a la Selección Colombia después de aquella noche era ser campeones mundiales. Los jugadores fueron explotados a lo largo de 22 partidos de preparación, muchos de ellos simplemente grotescos. Recuerdo que fuimos con Pipe y Danny a ver uno de aquellos partidos al Campín, con un equipo europeo de segunda categoría y un árbitro complaciente, pitando todo a favor de Colombia. La histórica frase del Pibe Valderrama antes de viajar a Estados Unidos “todo bien, todo bien”, muestra lo que fue aquel engañoso periodo. Hasta Cruz de Boyacá recibieron los futbolistas en los días previos al viaje.

Ya he contado en otra crónica que fuimos al Mundial y lo que vivimos los ingenuos colombianos que fuimos a apoyar al equipo, sin saber todo lo que estaba detrás. Mientras tanto, Samper compraba su presidencia con dineros del Cartel de Cali y comenzaba un largo periodo oscuro de casi de 10 años para el país. 

Pero como decían las abuelas, a nadie le quitan lo bailado ni lo gozado. Hay que recordar aquella hazaña de hace 30 años, difícilmente volverá a pasar algo similar.



domingo, julio 18, 2021

Se nos fue Julián Gómez

Sábado 27 de julio de 2019. Toda Colombia pendiente de la etapa decisiva del Tour de Francia, con la subida al Val Thorens, en una etapa reducida en su recorrido por el pésimo tiempo. En Zipaquirá, la tierra natal del líder Egan Bernal, se organizan pantallas gigantes en la plaza principal, para que el pueblo entero pueda ver la consagración del joven de 22 años.

Cuando Egan logró el cuarto puesto en la etapa y aseguró la victoria general, Zipaquirá entero saltó de alegría. Las imágenes de aquel histórico día para el ciclismo así lo mostraron. Con muchísima emoción, se festejaba la primera victoria de un colombiano en la máxima carrera del ciclismo mundial, después de 3 décadas de participaciones. Egan se convertía en el campeón más joven del Tour de Francia en 110 años.

Muchos colombianos nos emocionamos con la victoria, a lo largo y ancho del territorio nacional. Algunos, de lagrima fácil como yo, lloramos de alegría por la victoria conseguida. Pero la imagen clásica de ese día, la que quedó en la retina de muchos y en la lente de los fotógrafos, fue la bellísima foto de un niño de 11 años, llorando de emoción y alegría en Zipaquirá. La imagen fue registrada en Colombia y en muchos periódicos del exterior.




El niño se llamaba Julián Gómez, era un precoz ciclista de Zipaquirá, que adoraba a Egan Bernal y lloró sin pena la emocionante hazaña de su coterráneo. Fue invitado a la recepción que le hicieron a Egan en su ciudad y pudo abrazar al campeón. Su imagen fue inmortalizada en un mural en Zipaquirá, junto al campeón Bernal. “Me volví famoso de un momento a otro. No sé por qué si no gané el Tour, pero es algo muy bonito”, confesaba Julián en aquellos días. 







Hoy, domingo 18 de julio de 2021, un poco menos de 2 años después de aquella foto, Julián fue atropellado por una tractomula cerca de Zipaquirá, cuando practicaba ciclismo junto a su abuelo. Murió instantáneamente. De acuerdo con su entrenador, Julián estaba adelantando una práctica más corta de lo normal para poder regresar a su casa,  a ver la final del Tour de Francia 2021. 

Muchos colombianos sentimos profunda tristeza por la prematura muerte de Julián. El presidente Duque expresó su dolor en su cuenta de Twitter.


Muere un niño, queda su recuerdo, que ojalá transcienda en mayores medidas de protección a ciclistas y mayor cuidado de ellos cuando salen a las vías llenas de automotores. Les dejo la imagen de Julián en su momento de mayor alegría, aquel día de gloria de julio de 2019. Paz en su tumba.










martes, enero 21, 2020

Marielita

La triste noticia de la muerte de Marielita Quintero de Levy me ha llenado de nostalgia y añoranzas. Para muchas familias ibaguereñas, incluida la nuestra, Marielita, como todos la llamábamos, forma parte de nuestros recuerdos infantiles y de adolescencia.

Mariela Quintero Mahecha nació en Arrancaplumas, un bello paraje de la ciudad de Honda, Tolima, en 1929. No conozco detalles de su llegada a Ibagué, pero ya en 1950 estaba en nuestra ciudad y era una destacada deportista. Por su relación con el basquet conoció a un inmigrante alemán, Helmuth Levy Hoffmann, que había llegado a Ibagué a mediados de los años 40s, junto con toda su familia. Supongo que se conocieron a través del deporte, pues Mariela era basquetbolista, integrante de la selección Tolima y Helmuth y sus hermanos unos entusiastas de los deportes, incluido el ciclismo y el basquetbol. 

Los Levy habían huido de la Alemania nazi hacia 1938, llegando a Colombia, donde se establecieron en Palmira. Hacia 1941 llegaron a Ibagué, donde don Arthur Levy Levy (don Arturo) montó una panadería. En ella trabajaba también su esposa Gertrud, la siempre amable doña Gertrudis de mis recuerdos infantiles. Para 1948, la familia Levy tenía 2 establecimientos muy conocidos en Ibagué, el Centro Social en el Colegio San Simón de la tercera con 11 y el Bar Florida, prácticamente pasando la calle desde la panadería, donde eran famosos el pan, bizcochos y los ponqués. 



Después del 9 de abril, que obligó el cierre del Bar Florida, don Arturo pensó en establecerse en el importante barrio de La Pola, donde construyó una gran sede, que se inauguró hacia 1953. Como gancho importante del nuevo establecimiento se incluyó en el menú el jamón de cordero, con el que comenzaron a prepararse los aún famosos sanduches del Centro Social. 

El nuevo negocio, financiado por el BCH, funcionaba en la carrera Tercera con calle Tercera en La Pola, empleaba a 32 personas y tenía vehículos que atendían muchas de las poblaciones vecinas a Ibagué.


Recién llegado el Centro Social a La Pola, Marielita y Helmut decidieron casarse. Es famosa la foto del 2 enero de 1954, donde los recién casados salen de la la capilla de la Escuela Normal Nacional en la Carrera Quinta con Calle 30. Como muchas ocasiones religiosas en aquel pequeño Ibagué, la ceremonia se hizo con la bendición de monseñor Luis Felipe Jáuregui. Los Levy Quintero se instalaron en La Pola, donde nacieron Giselle, Erika y Helmut, los primeros hijos del matrimonio.



MIS RECUERDOS

Ya para esa época funcionaba el Liceo Val en Ibagué y Marielita era una de sus profesoras. No conozco si hubo una sede anterior, pero mis recuerdos sitúan al colegio en una vieja casa de la calle 10 con carrera cuarta, muy cerca de la Plaza de Bolivar y el Parque Murillo Toro. Allí me llevaron a comienzos de 1961, cuando mis papás decidieron radicarse en Ibagué. Humberto Niño, recién salido de la Armada Nacional, pediatra, quería hacer su carrera en Ibagué. Gloria Ballesteros, santandereana, con 2 hijos y esperando mellizos, estuvo de acuerdo. 

Para un niño de 4 años, recién llegado a una nueva ciudad, la experiencia del colegio fue aterradora. El Liceo Val funcionaba a una cuadra de la casa de mis abuelos, era un colegio espectacular al que Cecilia Valbuena y Mariela Quintero le ponían amor y algo más, pero no me pude acomodar. Apenas llegaba Helena, la empleada de mis abuelos, a traerme las mediasnueves, me aferraba a sus piernas y lloraba y lloraba. Cecilita y Marielita llamaron a mis papás y les recomendaron esperar un año más. Toda la vida me ha perseguido el fantasma de haber perdido kinder en el Liceo Val, pero reconozco que fue una decisión sensata de dos buenas educadoras.

En algún momento del año 1961 nos mudamos a La Pola, al llamado Barrio Pabón Peláez. Recuerdo haber ido muchas veces al Centro Social de la tercera con tercera, junto con mis papás. En febrero de 1962, ya más aclimatado a Ibagué, volví al Liceo Val de la calle 10, donde estudié hasta 1964. La filosofía de Vida, Amor y Luz se aplicaba con toda la fuerza en el colegio, donde aparte de lo académico teníamos deporte, música, danzas y canto, todo bajo la dirección entusiasta de Marielita.


1965 fue un año de grandes cambios para todos nuestros conocidos en Ibagué. Mis papás y varios vecinos del Pabón Peláez compraron casas en un nuevo barrio, llamado en aquellos años Cadis (no Cadiz, como empezaron a llamarlo muchos años después). Cuando pensaban en que colegio meternos, se enteraron que el Liceo Val se trasladaba muy cerca a Cadis, así que seguimos en el colegio. Y para completar la alegría, el Centro Social se trasladaba desde La Pola para el nuevo barrio, a cinco minutos en bicicleta desde nuestra casa.

No sabíamos que la situación del Centro Social no era fácil. Dos descalabros económicos se sucedieron en línea, un asalto a un conductor del Centro Social en Anzoátegui, que no fue cubierto por el seguro, así como un gran incendio en el local de La Pola. Después de más de 20 años en Ibagué, don Arturo y doña Gertudris la veían difícil. Un ingeniero, me imagino que fue Carlos Mazuera, les ofreció un local en el nuevo barrio de Cadis y allí volvieron a comenzar. El éxito fue rotundo, pues los precedía la gran fama y calidad de sus productos.

Muy bien planeado, Cadis era un barrio que ofrecía una buena calidad de vida a profesionales jóvenes como mis papás. Todo el mundo se conocía, vivíamos la típica vida de los suburbios, todo el tiempo en la calle, las casas siempre abiertas, la felicidad plena. Ir al Centro Social en bicicleta era toda una aventura y Helmut, al frente del negocio, nos atendía como principes. Allí también estaban don Arturo y doña Gertudris, siempre muy bien puestos. Ibamos en bus al Liceo Val, que quedaba relativamente cerca, en una hermosa sede campestre donde hice segundo de primaria. 



En aquel 1965, aparte de izadas de bandera y exámenes con presencia de los padres, protagonicé una pelea monumental con mi compañero del Liceo Val Fernando Vila (QEPD), a la llegada del bus del colegio. Después de 5 minutos de una pelea muy reñida, mi hermana Claudia hizo la diferencia. Le quitó los zapatos a Fernando y comenzó a golpearlo con ellos. Le dimos una muenda fenomenal. Marielita estaba aterrada, no sabía que hacer con 2 niños en semejante situación. Llevó la situación con mucho tacto y terminamos aquel año sin problemas.

En 1966 pasé a colegio grande, el Jiménez de Cisneros, pero siempre llevo con mucho cariño el recuerdo de mi primer colegio, donde aprendí tantas cosas. Marielita fue una gran educadora, como lo reconocen todos sus antiguos alumnos.

LA NATACIÓN

En los años 60s se completó la familia Levy Quintero. Llegaron Ingrid y Claudine. Helmut y Marielita se metieron de lleno en la natación, teniendo como sede primero el Club del Comercio de Ibagué y luego el mundo entero. Todos los hijos fueron buenos nadadores, pero Helmut hijo y Giselle se destacaron especialmente. Marielita era una buena madre de deportistas, apoyando y exigiendo a sus hijos, Erika incluida, a pesar de su condición de haber nacido con síndrome de Down. Helmut papá era un buen dirigente y aprovechaba su paso por la Voz del Tolima para difundir y fomentar el bienestar de la natación tolimense.



La gran ocasión de los IX Juegos Nacionales en Ibagué disparó a la natación tolimense. Helmut papá estuvo en el Comité Organizador, que construyó unas bellas piscinas, orgullo de nuestra ciudad por muchas décadas. Marielita estuvo al frente del joven equipo tolimense, que no podía pelear mucho frente al poderoso equipo del Valle del Cauca, comandado por Olga Lucía de Angulo (QEPD). Ya vendrían tiempos mejores, aprovechando la magnífica experiencia de esos Juegos.

Helmut Levy Quintero se convirtió en una gloria del deporte tolimense y la natación colombiana.  Por más de una década, en los años 70s, dominó las pruebas de los 200 y los 400 metros combinados. Ganó muchas medallas de oro en su categoría a nivel nacional e internacional y participó en 123 competencias internacionales en todo el mundo, entre juegos centroamericanos, suramericanos y juegos olímpicos, participando en Montreal 1976 y Moscú 1980. Después de sus segundos olímpicos, decide retirarse en 1980. 

Erika Levy también representó a Colombia, como abanderada y deportista en competencias de nadadores con síndrome de Down y siempre fue una persona feliz y querida. Marielita y Helmut la manejaron con inmenso afecto, al igual que a su hermana Arlette, también con síndrome de Down y quien murió muy joven. La muerte de Erika, en enero de 2017, fue un golpe duro para una familia que mucho se centraba en ella.



LOS ÚLTIMOS AÑOS

Cuando salí de Ibagué para la Escuela Naval de Cartagena en julio de 1973, los Levy Quintero estaban en un momento de gran apogeo. El Centro Social era el sitio de reunión de los adolescentes ibaguereños y funcionaba como un relojito. El Liceo Val funcionaba también muy bien, con Cecilita y Mariela al frente de la institución. Helmut brillaba en las piscinas de medio mundo y Giselle había dejado igualmente una estela de triunfos. Era el mundo ideal.

Ya no volví a vivir de tiempo completo en Ibagué. Volvía en vacaciones y siempre me daba vuelta por el Centro Social, donde Helmut me saludaba y me atendía con el mismo cariño de 1966. Con el tiempo Helmut hijo se convirtió en un buen periodista y un líder regional. El Liceo Val cambió de manos, cerrando un hermoso capítulo de buenas enseñanzas. En el 2011, cansados, Helmut y Marielita decidieron cerrar el Centro Social de Cadiz (ya se había españolizado el barrio). Concluía un largo camino, iniciado por don Arturo y doña Gertudris 70 años atrás. Helmut papá sigue ofreciendo el famoso jamón de cordero, que distribuye entre sus amigos y conocidos. Todavía soy fiel usuario y con cada bocado recuerdo aquellos bellos años.






En mayo de 2019, con ocasión de los noventa años de Mariela Quintero Mahecha de Levy, sus antiguos alumnos le hicieron un homenaje de reconocimiento a su gran trayectoria. Fue un momento lleno de alegría, pero también de mucha nostalgia. Fue reconocimiento y a la vez despedida. Una gran mujer, que disfrutó ese día con profunda alegría. Ocho meses después, esos mismos alumnos, acompañados por Ibagué entero, despedían a Marielita en su viaje a la inmortalidad.






lunes, marzo 20, 2017

El homenaje de la Vuelta a Colombia a Edna Margarita

La publicación de 2 fotos de Alvaro Negrillo en el Foro de Fotografías Antiguas del Tolima, que corresponden a ciclistas con fecha de 1966 me llamó mucho la atención, por el lamentable estado de la carretera por la que estaban transitando, cerca al Páramo de Letras. Mi recuerdo de las carreteras cerca a Manizales en aquellos años era bien distinto, por lo que decidí investigar como era la cosa. Me encontré con varias sorpresas, que me llevaron a escribir esta crónica.

El 25 de mayo de 1966 se cumplió la más dura etapa de la Vuelta de aquel año, que se corrió entre Manizales y Armero. La Vuelta a Colombia había decidido llegar a Armero después de 11 años de no hacerlo, como homenaje a la soberana nacional, la tolimense Edna Margarita Rudd Lucena, nacida en aquella hermosa población de nuestro departamento.


La carrera era bien difícil. Saliendo de Manizales, a 2153 metros de altura, se subía rápidamente en 33 kilómetros bien pavimentados hasta el Páramo de Letras, a 3679 metros de altura.



Después, en la bajada hacia Fresno, la organización de la Vuelta advertía que habían 10 kilómetros en plena construcción, destapados y en mal estado, a la altura del corregimiento de Padua. Allí se tomaron las fotos que publicó Negrillo. En la Colombia de 1966 y más en zona cafetera, las carreteras tenían buen nivel.



En Letras, pasó primero Javier Suárez, seguido del español Ventura Díaz, Cochise Rodríguez, Carlos Montoya y Pablo Hernández. La foto de más arriba corresponde a Carlitos Montoya, que corría por el equipo del Valle y la foto de abajo a Pablo Hernández, que corría por el equipo de Pereira. En este tramo el español Ventura Díaz pinchó 4 veces.


En Armero, el ñato Suárez llegó con una ventaja de 4 minutos sobre Cochise Rodríguez. 14 minutos después llegó un grupo con Alvaro Pachón, Carlos Montoya, Pablo Hernández, Ricardo Ovalle y Pedro J. Sánchez, el gran León del Tolima, acompañados por Ventura Díaz. Uno de los grandes favoritos, Ruben Darío Gómez, tuvo que retirarse en plena competencia.


Edna Margarita estaba en la línea de llegada, esperando a los corredores. Javier Suárez, el ganador de la etapa, le dio un respetuoso saludo de mano.


Pero el español Ventura Díaz, ni corto ni perezoso, le trató de dar un beso en la mejilla. El padre de Edna Margarita saltó al instante y le propinó un bofetón al español. Edna Margarita permaneció tranquila y buscó al español para tomarse una foto con él.


Una bella jornada, típica de aquellas hermosas Vueltas a Colombia. Gracias a Alvaro Negrillo por recordarlo con aquellas tres hermosas fotografías.


lunes, abril 06, 2015

La hazaña de Pedro Jota

Jueves 16 de mayo de 1968. La ciudad de Ibagué es un hervidero de pasión deportiva. La Vuelta a Colombia, el gran espectáculo nacional, llega a la ciudad procedente de Armenia. Pedro Julio Sánchez, el gran León del Tolima, ocupa la tercera posición en la clasificación general a 58 segundos del líder Gustavo Rincón. Todos los analistas pronostican una dura lucha en La Línea, el puerto de montaña que decidirá la Vuelta. El Alcalde de Ibagué, Armando Polanco Urueña, pide cordura a la ciudadanía, y respeto por los integrantes de la gran caravana de la Vuelta "máxime cuando uno de nuestros pedalistas, Pedro J. Sánchez, quien ocupa un magnífico puesto en la clasificación general, ha expresado que Ibagué reitere su proverbial cultura en esta clase de actos deportivos".

 Los alumnos de quinto de primaria del Colegio Jiménez de Cisneros, entre los que me encontraba, no podíamos contener la emoción por el gran acontecimiento. Todos teníamos nuestros radios a la mano, nadie escuchaba a los profesores, todos estábamos pendientes de la transmisión de las emisoras. A las once de la mañana nos soltaron y yo salí corriendo desde la calle 17 hasta la décima, a ver la llegada de la Vuelta en un lugar privilegiado, el balcón de la casa de mi abuela Paulina, situado exactamente en el punto de llegada de la etapa, carrera tercera con calle décima A.

A las 10:30 de la mañana la etapa había salido de la Plaza de Bolivar de Armenia, rumbo a nuestra ciudad. Ya en las calles de Calarcá Pedro Jota llevaba algunos metros de ventaja a su rivales. Carlos Montoya, segundo en la general, se rezagó en los primeros kilómetros del ascenso. Todo parecía favorecer a nuestro ídolo. Pero el ataque surgió del lado de Javier Suarez, el gran ciclista antioqueño. El Ñato se escapó dejando a todos rezagados en la subida a la Línea, donde pasó en solitario. Pedro Jota llegó de segundo, mientras el líder Rincón vivía un drama y perdía toda opción.

En Ibagué la angustia por el arrancón del Ñato Suárez era grande. La transmisión se perdía en la bajada hacia Cajamarca, porque los ciclistas iban mucho más rápido que los carros de las emisoras. Debíamos esperar a que llegaran a Cajamarca. Cuando apareció el primer ciclista en Cajamarca, el grito de emoción fue unánime: Pedro Jota iba ganando en solitario! Javier Suárez iba de segundo y los otros pedalistas iban muy atrás. Pero otro inconveniente se presentó, con un pinchazo de Pedro Jota entre Cajamarca e Ibagué. Seguíamos en vilo.

Pero ya en las goteras de Ibagué la apoteosis se desató. Pedro Jota seguía de líder y ya el triunfo se veía venir. Apenas se supo en el sitio de meta, sonó el Himno Nacional. Cuando Pedro Jota llegó a la meta, el Bunde Tolimense se oía por la ciudad entera. Mi papá lloraba de emoción en el balcón. Ibagué estalló de alegría, en una emoción colectiva solo comparable a la del campeonato del Deportes Tolima muchos años después. De la multitud salió la esposa de Pedro Jota, fundiéndose en un abrazo con el nuevo líder. Nadie lo podía creer.



Las estadísticas muestran que Javier Suarez llegó a menos de 4 minutos que Pedro Jota, pero en mi recuerdo pasó mucho tiempo para que otro corredor llegara. Cochise fue tercero en la etapa y Pablo Hernández cuarto. Pero todos veíamos unicamente a Pedro Jota, a nuestro gran León. En la general, Pedro Jota quedaba con más de 8 minutos de ventaja sobre Javier Suarez, 9 minutos sobre el español Fulgencio Sánchez y más de 10 frente al anterior líder Gustavo Rincón.





La siguientes etapas fueron casi de trámite. Recuerda mi gran amigo Gilberto Silva que salimos con mi papá, a despedir la caravana con pañuelos blancos, en la carrera quinta, a la altura del Colegio San Simón. Pedro J. mantuvo la ventaja en Neiva, el viernes 17. El sábado 18, llegó a Girardot con los mismos 8 minutos a su favor. Solo quedaba la etapa del domingo 19, a la que se unió el gobernador del Tolima, Ariel Armel, que hizo el recorrido en moto para acompañar al gran León del Tolima.

Pedro Jota seguía dudando, sin embargo. Expresamente le pidió a su familia que no viajara a Bogotá al recibimiento en El Campín. Pero nada detuvo el triunfo y el domingo 19 de mayo de 1968, con un estadio a reventar, se dio la única victoria de un tolimense en la Vuelta a Colombia. Nuestro más grande deportista recibía la recompensa a una meritoria carrera. En la meta lo esperaba Pepe Cáceres, otro gran tolimense de aquellos años.

Tolimenses de todas partes celebramos esa gran victoria. Ese domingo en Ibagué hubo lágrimas, vivas, desfiles de carros, pitos y banderas. La colonia tolimense en Bogotá estaba toda en El Campín. El orgullo colectivo era muy grande. Nuestro Pedro Jota, el gran León del Tolima, brillaba en el más grande evento deportivo de Colombia.

Se organizó rápidamente una colecta para darle una casa al gran campeón. Recibió un premio de 4500 pesos por parte de la carrera, pero la Gobernación del Tolima le dio un premio de 50000 pesos y Telepostal le concedió otros 40000 pesos, con lo que pudo comprar casa propia. El 24 de mayo lo recibió Ibagué, en un desfile desde Buenos Aires y una manifestación multitudinaria en el Parque Murillo Toro.


Pedro Julio Sánchez nació en Chaparral, el 8 de abril de 1940. Estudió en horario nocturno en el Colegio Tolimense de Ibagué. Comenzó a correr en 1957, a pesar de que su secreta ambición era ser pesista. En 1961 corrió su primera Vuelta a Colombia, siendo el segundo novato del año, detrás de Cochise Rodríguez, ocupando el puesto 13 en la general. Pedro J. se dio a conocer en la Vuelta del año 62, al ganar una etapa con llegada a Popayán y tomar el liderato de la carrera durante 5 días. Fue séptimo en la Vuelta del 63 y onceavo en la de 1964.

En 1965 debió retirarse en la etapa Ibagué - Armenia, aquejado por fuertes dolores, cuando era doceavo en la general. Pedro Jota no quería bajarse de la bicicleta, apenado con sus paisanos, por quienes quería seguir compitiendo. Esa clase de pundonor deportivo era la característica clave de este gran deportista.

En 1966, Pedro J. comenzó a llegar a su mejor nivel. A pesar de tener un equipo muy limitado, competía de igual a igual con la gran cantidad de antioqueños, cundinamarqueses, vallunos y españoles que dominaban las Vueltas de aquellos años. Su coraje le ganó el apodo de El León del Tolima, que todavía lleva con orgullo. En el 66 fue sexto en la general y fue seleccionado a los Juegos Centroamericanos y del Caribe, donde hizo parte del equipo colombiano que ganó medalla de oro. En 1967 fue quinto en la general.


Para la Vuelta del 68, Telecom y Adpostal se unieron para darle a Pedro J. todas las herramientas para ganar la gran carrera. Pedro Julio Sánchez era empleado de Telecom en Ibagué, donde había llegado como mensajero y había hecho carrera. La unión de las dos empresas se plasmó en el equipo Telepostal, que contrató a Francisco Luis Otálvaro como técnico. Pedro J. se entrenó más de 4 meses para la competencia, algo que no había podido hacer en años anteriores. Con esas herramientas y sus grandes aptitudes deportivas, logró la gran hazaña. Tenía 28 años cuando ganó la Vuelta.



Pedro J. representó a Colombia en los Juegos Olímpicos de México 68 y fue 30 en la prueba de ruta de aquella olimpiada. En 1969 fue quinto en la Vuelta y ganó dos etapas. En 1970 fue sexto. En 1971 fue noveno y ganó su última etapa en la Vuelta, en la llegada a Pereira. En el 72 fue puesto 44. En el 73 obtuvo el puesto 23. En ese año, cuando ya se le veía el cansancio de 13 años de vueltas a Colombia, su esposa le pidió que se retirara. Terminaba así la gran carrera del León del Tolima.

Una Vuelta a Colombia, seis etapas ganadas, 8 veces entre los 10 primeros, una Vuelta a la Costa, medallista de oro en unos Centroamericanos y del Caribe, son sus principales logros. Un gran deportista y un gran señor.

Pedro Jota sigue practicando el ciclismo a sus 75 años, que cumplirá en este mes de abril de 2015. Es una persona tranquila, que vive su jubilación serenamente.  Nos ha dejado un legado inmenso de pundonor deportivo, coraje y sencillez. El gran León del Tolima vive en la memoria agradecida de muchos tolimenses, que lo recordamos con cariño y nunca olvidaremos su legado, en especial aquel mayo del 68. Gracias, Pedro Jota, por tantos bellos recuerdos.


Para conocer más de Pedro J, les dejo de sobremesa esta buena entrevista:



viernes, marzo 06, 2015

Pasa a la historia Germán Castellanos

Hoy murió uno de los grandes hombres que he conocido en mi vida. No destacó por sus grandes triunfos, ni por ser el mejor de los mejores. Pero Germán Castellanos, muerto en Ibagué, simboliza grandes cualidades: honor, lealtad, coraje, orgullo de vestir una camiseta, de pertenecer a un equipo. Tiene el inmenso honor de haber sido el futbolista que más veces vistió los gloriosos colores del Deportes Tolima, donde jugó 359 partidos a los largo de 14 años.




Yo vi jugar muchísimas veces a Germán Castellanos y recuerdo muchos de sus 53 goles con el Tolima. En aquellas tardes de los años 60s, nuestras tardes de domingo siempre eran las mismas: almorzábamos en la casa, mi papá se acostaba a hacer una pequeña siesta y luego encendía el radio. Cuando comenzaba a sonar el himno nacional en el San Bonifacio, salíamos de nuestra casa en el barrio Cadiz, situada a pocas cuadras del estadio. Llegábamos justo cuando la Banda del Batallón Rooke salía del estadio y ya iba a comenzar al partido. Castellanos siempre estaba ahí, un jugador no muy destacado, pero que siempre corría, cumplía y muchas veces anotaba. Al final de los 60s no siempre era titular y muchas veces, cuando Tolima iba perdiendo, pedíamos a gritos que lo metieran. Castellanos salía, cumplía con su deber y nos alegraba muchas tardes. Tengo una inmensa gratitud con Germán, quien me enseñó a querer aún más a mi amado Deportes Tolima.

Castellanos nació en San Andrés, Santander, el 11 de octubre de 1941. Llegó a Ibagué en 1961, a jugar un partido amistoso contra el equipo de la Escuela Agronómica de San Jorge, cuando vivía en Silvania. Los dirigentes del Tolima le ofrecieron quedarse a jugar en Ibagué y aquí se quedó, hace 54 años. Su primer gol lo marcó el 20 de agosto de 1961, al legendario arquero Pablo Centurión, una tarde donde Tolima perdió 2-3 en Ibagué contra Millonarios. Tolima quedó de último en aquel año.



En 1962 todavía no era titular en el equipo dirigido por Roberto Avallay, que fue penúltimo en el campeonato, a pesar de los esfuerzos de los directivos Jorge Guzmán Molina y Jaime Rengifo Pardo por conformar un buen equipo. En 1963 Castellanos llegó a la titular, pero el equipo volvió a ocupar el último lugar, sufriendo goleadas por 8-1 frente a Millonarios y 8-5 frente a Santa Fe. 

Deportes Tolima 1963. Castellanos parado, segundo a la derecha de la foto


En 1964 se conformó un buen equipo, de la mano del argentino Lorenzo Delli. Estuvimos invictos las primeras cinco fechas, todo un récord para un equipo chico. Pero el equipo se vino abajo, perdió 4 partidos seguidos y nunca pudo recuperar el ritmo. 15 partidos sin ganar condenaron al Tolima a los últimos lugares. La temporada se salvó con un histórico triunfo de 4-1 frente a Santa Fe en Bogotá. Kuki López fue tercero en la tabla de goleadores y el Tolima logró subir un poco en la tabla final, al quedar antepenúltimo. Como dato curioso, el 7 de agosto de 1964 expulsaron al arquero Fontán en Medellín y Castellanos ocupó el arco tolimense, recibiendo un gol en contra. Con esto, se convirtió en el único jugador del Deportes Tolima que ha jugado en las 11 posiciones dentro del terreno de juego. 



Deportes Tolima 1964. Castellanos parado, cuarto de izquierda a derecha

En 1965 los dirigentes formaron un gran equipo, el primero que yo personalmente recuerdo, que generó muchas expectativas. Castellanos era titular y lo acompañaban grandes jugadores argentinos: Oscar Fontán en el arco, César Reynoso, Juanito Martínez, más el gran Oscar Jamardo. El paraguas Silva, el olímpico Marcos Coll, Hernando Piñeros, toda una nómina de lujo. Sin embargo, el equipo no respondió y volvió a ser antepenúltimo. 

Deportes Tolima 1965, Castellanos parado, segundo a la derecha de la foto.

En 1966 el equipo sigue siendo el del año anterior, con algunos refuerzos como Roberto Mirabelli y el arquero León Reyes. Sin embargo, Tolima no levanta y vuelve a quedar penúltimo. Castellanos no siempre fue titular en aquel año, donde los técnicos fueron Marcos Coll y Roberto Avallay.

En 1967 regresa Castellanos a la titular, en un equipo donde tapaba Isidro Olmos, el arquero más gordo que he visto jugar en mi vida. Era el único extranjero, en un equipo que ya buscaba tener "puros criollos". Marcos Coll dirigió el equipo, que tuvo la peor campaña de su historia. 110 goles en contra es un récord que no ha sido superado y que muestra lo poco eficiente que era Olmos en el arco. Fue sustituido por el "ratón" Raúl Macías a mitad de año, pero el equipo duró 16 fechas sin conocer la victoria. Eran tiempos duros para ser hincha del Deportes Tolima, pero Castellanos siempre nos levantaba el ánimo con su entusiasmo y su profesionalismo.

Deportes Tolima 1967, Castellanos parado, tercero de izquierda a derecha

En 1968 llega Severiano Ramos a dirigir el equipo, en un campeonato que tenía la novedad de tener dos fases: Apertura y Finalización. Se conforma un equipo de "puros criollos", que vuelve a ocupar el último lugar. Castellanos se convierte en jugador polifacético y Ramos lo ocupa reemplazando a cuanto jugador se lesiona. Germán juega de defensa, volante o delantero, en aquel equipo chico que tuvo 9 triunfos, 11 empates y 32 derrotas.

En 1969 el equipo sale del sótano y queda penúltimo en el Torneo Apartura, superando al otro equipo chico de aquellos años, Atlético Nacional de Medellín. Castellanos sigue siendo el jugador disciplinado, comodín de cuanta posición se le ocurriera ponerlo Severiano Ramos. Pero en el Torneo Finalización se llena el Tolima de viejos jugadores de la histórica Selección Colombia de 1962, Coll, Rada, Charol González, Jaime Silva, Carlos Aponte y otros. Los viejos jugadores llevan al Deportes Tolima al séptimo puesto, la mejor posición en muchos años.

En 1970 Tolima continúa la era de Severiano Ramos, ocupando el puesto 13 entre 14 en el Apertura y el puesto 11 entre 14 en el Finalización. Castellanos siguió siendo el suplente de oro del equipo.

Para 1971 las estrechas finanzas del equipo hicieron que Germán Castellanos volviera a la titular. Se lograron buenos triunfos de 1-0 a Millos en Bogotá, la tercera victoria del Tolima en El Campín. 4-1 a Junior en el Metropolitano de Barranquilla. Terminamos décimos en el Apertura. En el Finalización el equipo se derrumbó, con 18 fechas sin conocer la victoria. Castellanos fue el técnico en aquel difícil segundo semestre.

Deportes Tolima 1971. Castellanos agachado, tercero de izquierda a derecha
En 1972 Tolima contrata al gran jugador Delio "Maravilla" Gamboa, figura de la Selección Colombia en los años 60s. De la mano de Gamboa el equipo permanece invicto 11 fechas, terminando séptimo en el año. Lamentablemente Castellanos se lesionó en un momento clave, pues había conformado con Gamboa una de las mejores duplas que ha tenido Tolima en el medio campo.

Tolima 1972. Jorge Uribe, Germán Castellanos, Julio González, Maravilla Gamboa, Luis Carlos Paz

En 1973 se conformó un equipo donde Castellanos, ya de 32 años, solo jugó esporádicamente. Tolima cerró el Finalización con un invicto de 10 fechas y ocupó el quinto lugar, entusiasmando a su hinchada. 

El 20 de enero de 1974 Germán Castellanos vistió por última vez los colores del Deportes Tolima. Comenzando el segundo tiempo de un partido frente al Deportivo Pereira, el gran jugador ingresó, reemplazando a Fabio Espinoza. Tolima ganó 1-0 aquella tarde en Pereira. El público aplaudió de pie largo rato al gran jugador, símbolo de los años más difíciles pero memorables de nuestro equipo.



Castellanos fue convocado en alguna ocasión a la Selección Colombia por el Caimán Sánchez. Jugó un solo partido en Cali. Más que un gran jugador, Germán se destacó por su gran profesionalismo, amor a la camiseta y pundonor deportivo. Cualidades que muchas personas quisieran tener. Un ejemplo para las nuevas generaciones. Gracias por tantos años de recuerdos, Germán, Dios te tenga en su gloria.

FOTOS: Tomadas del libro Historia del Deportes Tolima, de Guillermo Ruiz Bonilla.