A raíz del accidente de una tía, que le produjo una fractura de cadera, vino a mi memoria el accidente que tuvimos el lunes 23 de diciembre de 1968, donde mi papá también sufrió una similar fractura. Aquí va la historia:
Mi papá era en ese momento Gerente de la Beneficencia del Tolima y había decidido que los sorteos de los lunes de la Lotería del Tolima se jugaran fuera de Ibagué, en los pueblos del departamento, donde llevaba artistas que estaban comenzando, como era el caso de Silva y Villalba. Después de un sorteo de la Lotería en Guamo, íbamos de regreso a Ibagué en un carro de la Beneficencia manejado por Don Luis, un veterano conductor de la entidad. Mi papá, mis hermanos mellizos y yo íbamos en el asiento de atrás, comiendo un pollo que habíamos comprado a la salida de El Guamo. De pronto, a unos 5 kilómetros del pueblo, chocamos de frente contra una volqueta que estaba varada, sin luces. Caímos a una cuneta de unos 2 metros.
Mi papá sufrió una fuerte fractura en la cadera y gritaba de dolor en el carro. El chofer había quedado con varias costillas rotas y una rodilla destrozada. Atrás mis hermanos y yo estábamos ilesos, salvo una pequeña herida de Juan Manuel. Yo tenía 11 años y me tocó ponerme al frente de la situación. En una total oscuridad, subí como pude a la carretera, donde el conductor de la volqueta se lamentaba, en los últimos momentos de su vida. Logré parar un carro, que se dirigió a toda velocidad a El Espinal, a traer una ambulancia.
Recuerdo con horror la sacada de mi papá y don Luis de la cuneta, el traslado a El Espinal, el largo trayecto hasta Ibagué, mi papá gritando de dolor en cada curva. La llegada a la Clínica Minerva, llena de médicos esperando a su colega y amigo.
Creo que lo operaron al día siguiente, le pusieron varios clavos en su cadera y un gran yeso desde el cuello hasta las rodillas. La entrada a nuestra casa de Cádiz fue de película, pues lo subieron como un gran mueble por las escaleras hasta su habitación del segundo piso. La Navidad fue triste, la pasamos donde mi abuela Paulina, no estaban ni el abuelo Pedro, muerto en mayo de ese año, ni mi papá recién accidentado.
Lo del yeso duró 3 largos meses. Mi mamá tuvo que comprar unas largas manos en la Plaza de Mercado, para que mi papá pudiera rascarse la espalda. Era un enfermo muy complicado, como en general lo somos los hombres. Después de eso estuvo en muletas, luego con bastón. Cojeaba a veces por esta lesión. Las juntas y reuniones de la Beneficencia se hacían en nuestra casa, por decisión del gobernador Ariel Armel.
Ahora los procesos de fractura de cadera no son así de complicados. Ya no hay necesidad de esos yesos tan aparatosos y los procesos de recuperación son más sencillos. Para muchos, el año 68 fue el del Mayo de París y The Beatles. Para mi fue el año de la Vuelta de Pedro J. Sánchez, la muerte de mi abuelo Pedro y este triste accidente.
ÑAPA: El carro del accidente era un Ford gigante, de los años 50s, que había pertenecido al General Gustavo Rojas Pinilla. Ese carro nos salvó de perecer aquella noche.
ÑAPA: El carro del accidente era un Ford gigante, de los años 50s, que había pertenecido al General Gustavo Rojas Pinilla. Ese carro nos salvó de perecer aquella noche.