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domingo, julio 12, 2020

La generación del 35

Los descendientes de Pedro Niño y Paulina Rodríguez somos bastantes. Tenemos la fortuna de contar con 12 personas en la primera generación, 21 nietos, más de 40 bisnietos y 8 tataranietos, más otra tataranieta en camino. Una familia grande y unida.

De todos ellos, quisiera hablar hoy de los 4 miembros de esa gran familia que nacieron alrededor de la muerte de Carlos Gardel, el 24 de junio de 1935. Dejando de lado a mi papá, que nació en noviembre de 1933, estoy hablando de Mario Giraldo Palacio, nacido en Calarcá el 21 de abril de 1934, Oliva Niño Rodríguez, nacida el 29 de junio de 1935 en Ibagué, Gloria Ballesteros Garzón nacida en Bucaramanga el 7 de agosto de 1935 y Rafael Stand Vega, nacido en Barranquilla el 6 de octubre de 1935. Para mi, los miembros de la generación de 1935.

Cuatro fotos resumen la Colombia de aquellos días. La foto de despedida al presidente Olaya Herrera, el domingo 5 de agosto de 1934, 3 meses después del nacimiento de Mario. Los titulares de prensa del 25 de junio de 1935, pocos días antes del nacimiento de Oliva. Los grumetes de la Armada, desfilando en el Hipódromo de Palermo en Bogotá, el día del nacimiento de Gloria, que siempre será feriado en Colombia. La caricatura de Benito Mussolini en octubre de 1935, en los días del nacimiento de Rafael, mostrando la primera de tantas guerras que marcaron los años de infancia de nuestros familiares. Todos ellos tenían 10 años cuando terminó la Segunda Guerra Mundial.






Después de terminada la Segunda Guerra, vinieron años confusos para Colombia. La violencia en los campos y la influencia en las ciudades de la euforia de los años cincuenta en Estados Unidos. La música juvenil, las fuentes de soda, los carros grandes, marcaron la adolescencia de nuestros familiares. Bogotá era la ciudad donde se reflejaban esas tendencias mundiales y Chapinero el barrio donde más se concentraba la juventud de aquellos días.

Una foto en ese idílico Chapinero muestra la llegada de mi mamá al seno de la familia. En 1955, hace ya 65 años, posaron dos parejas en un parque del barrio. Humberto y Gloria, junto a Cico y Oliva. Humberto había conocido a Gloria en una casa del vecindario y también le había presentado a su compañero de universidad Francisco Pérez a su hermana Oliva. 




Mis papás se casaron en agosto de 1956 en Bogotá. Llegué yo y luego Claudia en 1958. En abril de 1959 las 2 parejas volvieron a posar juntas, para el matrimonio de Francisco Pérez y Oliva Niño en Ibagué. 


Ya había entrado en escena también el tercer miembro de la generación del 35. Humberto había coincidido con Rafael Stand en la Armada y estaban juntos el 8 de mayo de 1957, cuando yo llegué al mundo. Rafael siempre recuerda con cariño el famoso telegrama de mi nacimiento: "Por favor avisarle al Capitán Niño que está en Puerto Niño que le diga al teniente Niño que le acaba de nacer en Ibagué un niño. Firma Alvaro Niño." El teniente de Fragata Stand terminó de novio de mi tía Martha y se casaron el 26 de diciembre de 1959, algunos meses después del matrimonio de Cico y Oliva. El matrimonio se aceleró, pues el novio había sido trasladado por la Armada a Washington.  



Llegaron varios primos antes del ingreso de Mario Giraldo a la familia. Jaime, Sandra, Rafa y los mellizos ya habían nacido cuando comenzó el noviazgo de Mario y Marina. También allí intervino de alguna manera mi papá. Un pariente santandereano por el lado Niño parecía contar con el beneplácito de los abuelos Pedro y Paulina, pero Mario insistía e insistía. Los Giraldo Palacio habían llegado a Ibagué a comienzos de los sesentas y Mario había conocido a la familia y se había fijado en la bella Marina Niño. Mi papá facilitó el noviazgo, convenció a la abuela Paulina de las bondades del candidato y finalmente se casaron el 26 de mayo de 1962. 

En lo que no cedió la abuela Paulina fue en la pinta de los pajecitos. La entrada del último miembro de la generación del 35 a nuestra familia marcaba el posible comienzo de mi carrera como obispo.



Los siguientes años marcaron la llegada de nuevos primos y la consolidación de las familias. En diciembre de 1969 hay una foto con los primos provenientes de los matrimonios de la generación del 35 con mi abuela Paulina. También aparece Carlos Hernando, primer fruto de la unión de Hernando Niño y Aydeé Durán, el primer primo que consideramos de la generación de los años 70s, a pesar de haber nacido en septiembre de 1969. 


Pocos meses después de esta foto, el 14 de junio de 1970 se casaban Pedro Antonio Niño y Elsa Jimenez. Aquí comparto esta bella foto con mis tíos Hernando y Aydeé.



LOS AÑOS 70s y MÁS ALLÁ

En diciembre de 1974 se celebró una gran reunión familiar, para reunir a todos los miembros de la familia en Ibagué. Allí vuelven  a reunirse los miembros de la generación del 35, todos cercanos a los 40 años, lo que llaman "en la flor de la edad". Jóvenes, vitales, formando familias, con un montón de chiquitos que enloquecían a la tía Luisa, a nuestra empleada Helena y cuantos se atravesaran en el camino. Todavía no había ningún universitario, el nieto mayor que soy yo estaba terminando bachillerato en la Escuela Naval (lo que explica el peluqueado de la foto)


Pasaron muchas cosas en los años siguientes. 10 años después de esa bella reunión, moría mi papá en un accidente de tránsito. En 1993 fallece Cico. Y ya en el siglo XX nos dejaba el primo menor, Juan Pablo Niño. Los años pasaban para los miembros de la generación del 35, mientras llegaban los primeros bisnietos para Pedro y Paulina, comenzando con Germán Felipe Niño en 1984.

Este post no es ni mucho menos la historia familiar, llena de anécdotas, matrimonios, nacimientos y muchos otros detalles en 40 años de vida. Así que vuelvo a tomar el hilo de mi relato el 9 de noviembre de 2014, 40 años después de aquella foto. Por alguna razón, los 4 miembros del 35 coincidieron en una reunión en Bogotá, les pedí que posaran para una foto y salió esta bellísima imagen.


Mario ya había cumplido 80 años, pero los 4 querían celebrar en el 2015 los 80 años de vida. Oliva hablaba de su fiesta en Ubaté, pero Rafael quería que hicieran una fiesta juntos en Bogotá o en Ibagué, para celebrar la llegada al octavo piso. La enfermedad de Rafael Guillermo Stand aplazó los planes de la fiesta conjunta, que no pudo llevarse a cabo. 

En febrero de 2020 Mario, Oliva y Rafael estuvieron en Ibagué, celebrando la vida de Hernando Niño. Allí también tomé una foto de los 3, en la última reunión familiar antes de la pandemia. No solamente estaban ellos, 9 miembros de la primera generación de descendientes posaron para aquella foto. Solo faltaba mi mamá, quien no pudo viajar a Ibagué. 


Hace un mes nos dejó Mario, el 12 de junio de 2020, con gran tristeza para todos en la familia. Celebramos 2 días después los 50 años del matrimonio de los tíos Piter y Elsa. El 30 de junio celebramos también virtualmente los 85 años de mi tía Oliva.

En tiempos de pandemia llegarán también los 85 años de mi mamá y Rafael. Celebraremos su vida con gran alegría, con la nostalgia de los seres queridos que ya no nos acompañan. Gracias por tantos recuerdos, generación del 35. 

lunes, junio 22, 2020

Un regalo de hace 76 años para el Día del Padre

Hoy me desperté con un espectacular regalo de Día del Padre. Un muy buen amigo, coleccionista de fotos y postales antiguas me envió un histórico documento, que aquí les comparto.




Se trata de un sobre enviado por mi abuelo Pedro Antonio Niño Rodríguez desde Ibagué en 1944, en plena segunda guerra mundial, a los señores RESOLUTE PAPER PRODUCTS CORP., localizados en Nueva York. El documento está lleno de emocionantes referencias históricas, que voy a tratar de describir.


PAPELERÍA TOLIMA


Localizada en ese momento en la carrera 3, números 11-02 a 11-14, con el teléfono 12-23, era uno de los negocios más importantes de Ibagué en 1940, con suministro no solo de papelería en general, pues también manejaba "libros, juguetes, cacharros, novedades, máquinas de escribir, radios, etc.". Funcionaba muy cerca al Edificio de la Gobernación del Tolima.

EDITORIAL APOLO


La Editorial Apolo fue uno de los primeros negocios que tuvo mi abuelo Pedro Antonio en Ibagué, pues su formación con los Salesianos en Bogotá había sido en artes gráficas y tipografía. La editorial podía publicar "libros, revistas, folletos, cajas de cartón, libros para cuentas, sellos de caucho, relieves, etc.". Con mucho orgullo, anunciaba que contaba con maquinaria automática. La editorial funcionaba en la carrera tercera #12-54, donde también estaba la casa familiar. El teléfono era el 12-16, que muchos años más tarde se convirtió en el 3-12-16, que recuerdo todavía como el de la casa de los abuelos.

EL SOBRE

Es un sobre muy interesante desde el punto histórico, de acuerdo a un análisis realizado por mi amigo Carlos Roberto Espinosa Torres,  Gerente del Banco Filatélico y Numismático de Colombia. Tiene 3 estampillas, la de color rojo es de 1/2 centavo, emitida en 1940 para ayudar a la construcción del  edificio Murillo Toro, para el Ministerio de Comunicaciones en Bogotá. La azul es de 1941, de 30 centavos. Y la más curiosa, dice Carlos Roberto, es la que tiene el resello que es del año 1944. Lo interesante del sobre es que tiene en la parte izquierda una cinta y en ella hay un número. Eso quiere decir, de acuerdo a Carlos Roberto, que fue un sobre que tuvo censura militar en Estados Unidos, en plena guerra mundial, donde todos los sobres que llegaban del exterior debían tener un control. 

LA FAMILIA


La familia Niño Rodríguez tuvo varias fotos en la época de este sobre. Esta bella foto de finales de 1940 muestra a mis abuelos Pedro Antonio y Paulina, casados el sábado 8 de agosto de 1931 en la Catedral de Ibagué. Mi papá, Humberto Niño Rodríguez, quien nació en 1933, está a la izquierda de la foto. Oliva, entre mis 2 abuelos, nació en junio de 1935. Hernando, parado frente a mi abuelo Pedro, nació en enero de 1938. Marina, en el extremos derecho de la foto, es de febrero de 1939. Esta bella foto es de finales de 1940.


Esta otra foto es de 1946, un poco después del envío del sobre.  Mis abuelos posan junto a sus 6 hijos. Mi papá, Humberto Niño Rodríguez, está a la izquierda de la foto, mientras que su hermana Marina está frente a él. Oliva está a la izquierda, atrás de su hermanita Martha. Hernando, parado entre los dos abuelos. Pedro Antonio, el benjamín de la familia, es sostenido por mi abuela Paulina.

Muy emocionante recibir este bello regalo, en un día tan especial, en medio de la pandemia. Mi abuelo Pedro era un estudiante en Bogotá en aquellos días de la gripe española. Cien años después, su nieto mayor escribe estas líneas comenzando el cuarto mes de confinamiento por el Covid19. Gracias Fernando, fue un regalo muy adecuado para este momento histórico. 

viernes, junio 12, 2020

Mario Giraldo

En este triste día de la muerte de Mario Giraldo Palacio, solo tengo recuerdos especiales de un gran hombre. Aquel que me abrió su casa en Cartagena en aquellos lejanos días de 1973. Aquel melómano de tantas charlas deliciosas a lo largo de muchos años. El que siempre me miró con ojos bondadosos. El que me abrió oportunidades de trabajo y esperanza en esos oscuros días de 1998, cuando todos me volteaban la espalda. Mi amigo Mario.

Una de las fotos que más me gusta, por muchas razones, la tomó Pedro Miguel Niño, el primero de mayo de 2010. En ella aparecemos Mario Giraldo y Germán Niño, en el Country Club de Bogotá, en medio de una amena conversación. No recuerdo de que hablábamos cuando Pedro nos pidió posar para la cámara, pero el resultado fue muy bueno. Aparece Mario elegante, muy bien puesto, mientras que yo también salgo bien librado. Cada vez que veo esa foto, solo vienen cosas buenas a mi mente.  Todos los primero de mayo Facebook me trae este recuerdo y pienso en Mario, pienso en algunas noches de bohemia en Cali, en su amor por la música. Ahora, esta foto se vuelve muy valiosa. 


En febrero de este año tuve mi último encuentro con Mario, en Ibagué. Tuve la oportunidad de charlar un buen rato con él e hicimos un par de negocios, más por insistencia de Mario que por parte mía. Le conté que tenía un parlante Bosé casi sin usar e insistió en comprármelo. Me preguntaba por cada detalle, con un entusiasmo juvenil que nada tenía que ver con su estado de salud. Me pidió precio, regateó como buen paisa y me insistió en que apenas llegara a Bogotá debía enviárselo. Se lo envié algunos días después de nuestro encuentro y hablamos varias veces de cuánto lo disfrutaba. La última vez que hablamos subió el volumen, dejándome oír alguna buena melodía de su amplio repertorio musical.

En sus últimas semanas, me hizo un regalo, pero pidiéndome que asumiera el flete desde Cali. Me dijo que quería regalarme su bola de bolos. "¿Que voy a hacer yo con eso, Mario?" Le decía yo. "Quiero que quede en buenas manos", me insistía. Me la envió y aquí la tengo. Un recuerdo muy especial de parte de un gran amigo.

En ese último encuentro, tuve oportunidad de tomar una foto que resume la existencia vital de Mario Giraldo Palacio. Aparece en el Hotel Sonesta de Ibagué, sonriente, rodeado de su bella familia. Mi hermosa tía Marina, mis primos Jose Fernando, Luis Mario y Ana María. Felices, en un fin de semana muy especial. Llegarían poco después la pandemia, la gravedad, la muerte. Nadie, sin embargo, nos podrá quitar los bellos recuerdos de esa última ocasión en que estuvimos juntos.


Un abrazo fuerte, Mario. Un saludo para mi papá y para Cico Pérez, nos hacen mucha falta. Queda tu recuerdo, queda mi tía Marina y mis queridos primos, los nietos y los bisnietos, a quienes hoy les envío todo mi amor y mi solidaridad. Gracias por todo, gracias por tu vida.


domingo, septiembre 24, 2017

34 años maravillosos

Hoy, cuando se cumplen 34 años del maravilloso día de mi matrimonio, vale la pena reproducir y actualizar este post, que escribí hace unos años. Estos dos últimos años han estado llenos de acontecimientos muy lindos, que han reforzado un matrimonio de bases muy sólidas. Aquí va el escrito:

El viernes 12 de marzo de 1982 fue uno de los días más especiales e importantes de mi vida, aunque en ese momento parecía un día más. Habíamos sido convocados alrededor de 20 personas al Banco del Comercio, para informarnos que estábamos admitidos al Curso de Análisis de Crédito y Técnicas Bancarias, un exigente curso de postgrado organizado por el Chase Manhattan Bank para formar ejecutivos bancarios. 

A la salida, nos reunimos en la calle 13 con octava un grupo de los nuevos estudiantes, a comentar la buena noticia y a felicitarnos por haber terminado el proceso, donde habían sido descabezados alrededor de 400 aspirantes. Todos estábamos felices, menos una niña que nos dijo con toda seguridad que iba a pensar si ingresaba al curso. Ella tenía otras dos ofertas de trabajo y se iba a tomar el fin de semana para saber que iba a hacer. Me pareció un poco antipática su actitud. Me dije a mi mismo que ojalá decidiera tomar una de sus otras opciones.

Aquella niña de las tres ofertas de trabajo, la antipática que no sabía si iba a entrar a ese curso tan atractivo, es la mujer que me ha acompañado durante 35 años, 34 de ellos en un feliz matrimonio. Liliana Albornoz lo pensó durante ese fin de semana y entró al curso del Banco del Comercio el lunes 15 de marzo de 1982. Inteligente, segura de si misma, simpática, se convirtió en la numero 1 del curso muy fácilmente. Yo, que siempre he sido un buen matemático y buen estudiante, estaba de segundo y trataba de recortarle terreno, pero era muy difícil seguirle los pasos. 


Liliana no tenía inconveniente en hacer siesta a la hora del almuerzo: se tiraba al piso, ponía 2 ó 3 libros como almohada y dormía su buena media hora. Esa capacidad de dormir en cualquier circunstancia la sigue teniendo 35 años después. Abierta y amigable, era capaz de convocar a una fiesta en su casa a todo el curso, llevar 6 ó 7 personas en su carro hacia el norte de Bogotá, llevarse a todo el curso y varios profesores a un paseo gigantesco a su finca en los llanos. Todo un terremoto. Yo la veía de lejos, no me interesaba mucho, pues estaba de novio, en una relación que ya llevaba 4 años. Pero Liliana no pasaba inadvertida.

1982 fue un año de muchos acontecimientos que he contado en este blog. En mayo de 1982 ganó Belisario las elecciones, en junio se jugó la Copa Mundo en España, mientras se peleaba la Guerra de las Malvinas en Argentina. En agosto asistí a la posesión de Belisario, que también he comentado en este blog. El curso era muy exigente, lo que motivó que nos concentráramos cada vez en el grupo de los 20 estudiantes, dejando de lado novias y amigas. Mi relación de muchos años se dañó en esos meses. Es muy cierto el dicho de que la novia del estudiante no es la esposa del profesional.

En algún momento de agosto y septiembre comencé a mirar con otros ojos a Liliana. Teníamos un grupo de 5 ó 6 amigos que almorzábamos todos los días y que frecuentemente estudiábamos juntos. Un día, no se porqué, le regalé el último disco de Roberto Carlos "Cama y Mesa". Conversábamos mucho después de almuerzo, a tal punto que Liliana sacrificaba 10 minutos de su siesta para estar conmigo. La invité a cine, al Teatro Almirante en la 85 abajo de la 15. Allí, a finales de septiembre de 1982, le cogí la mano y al final de la película nos dimos un beso. Han pasado 35 años desde aquella noche y todavía lo recuerdo con emoción.


Nos enamoramos locamente. El resto del curso estuvimos muy juntos y cada vez nos necesitábamos más. Ibamos a mi apartamento en la 76 con 15, a su casa en la 94 con 7A, no podíamos separarnos. Viajé con ella a Ibagué por algún exámen del curso, nos quedamos en la casa de mis papás, pero no les conté nada. Mi mamá siempre sospechó que aquella niña era algo más que mi compañera de curso. En marzo de 1983 fuimos juntos al matrimonio de mi cuñada Olga Albornoz con Luis Eduardo Sanmiguel, ya en plan de novios formales. En abril ya la presenté oficialmente a mis papás. En junio fuimos juntos a Prado, a la finca de mi hermana Claudia y mi cuñado Jacky. En agosto decidimos casarnos. Un año loco de noviazgo, que siempre recordaré como una de las etapas mas lindas de mi vida. El 24 de septiembre de 1983, hoy hace 34 años, nos casamos a las 4 de la tarde en la Iglesia de Santa María de Los Angeles en Bogotá.


Resumir estos 34 años es muy difícil. Tuvimos dos hijos muy rápido, Germán Felipe en marzo de 1984 y Daniel Humberto en julio de 1985. En pleno embarazo de Danny murió mi papá, en una tragedia que todavía me conmueve de dolor. Liliana estuvo a mi lado en todo momento en esos meses tan duros. Sobrevivimos a ese duro 1985, lleno de contrastes, con niños naciendo en la familia y mucha gente muriendo en Colombia, todo lo cual he contado en ese blog. Tuvimos años muy prósperos, que culminaron en 1997 con la llegada de mi hermosa Valeria. Una crisis económica muy fuerte, un exilio mío de 3 años en los Estados Unidos, fueron durísimas pruebas a las que sobrevivió nuestro matrimonio. Años más estables en este siglo, pero nunca en los niveles de prosperidad de nuestros primeros años. 

Nos hemos hecho más viejos y más sabios. Nos conocemos muchísimo. Somos buenos amigos. Tenemos 3 hijos maravillosos y una familia grande y hermosa. Hacemos muchas cosas juntos, pero también tenemos espacios separados, lo que es clave para una pareja. Liliana ha encontrado su camino en Emaús, donde esparce su amor incondicional y su energía asombrosa. Cada día la admiro más, cada vez la quiero más. Llegamos a los 34 años de matrimonio y seguimos contando. Dios me permita tener muchos años más al lado de la gran mujer con que me premió en la vida.


Estos dos últimos años han sido muy especiales. Se graduó Valeria y culminamos entonces la etapa de hijos de colegio. Vale entró a la Universidad Javeriana, continuando la vinculación de nuestra familia a esa gran institución, que comenzara mi papá por allá en 1951, hace ya 66 años. Germán Felipe nos regaló una gran dicha, con su matrimonio con María Paula Moreno, ganando nosotros una linda hija y una hermosa familia. Danny y Marce nos dieron el más hermoso regalo, Juan Ignacio Niño Cobo, con quien nos convertimos en jóvenes abuelos en abril de 2016.

Seguiremos este año disfrutando la dicha de ver crecer cada día a nuestro nietecito. Esperamos que nos regalen pronto otros más. Nuestra casa se seguirá iluminando con la presencia de Valeria y Simón Niño, que nos acompañan en este momento de nuestras vidas. Gracias, Liliana, por tantas cosas. Gracias, Dios, por tantas bendiciones.








lunes, agosto 08, 2016

85 años del matrimonio de mis abuelos

"Pavita: Muchas noches, sentando en estos parques, he evocado tu carísimo recuerdo y he visto tu blanquísima silueta que se acercaba a hacerme compañía. Me la harás realmente algún día? Pedro."

Así le escribía mi abuelo Pedro Antonio Niño a su novia Paulina desde Ibagué, en agosto 4 de 1929. Mi abuelo se refería a la hermosa Plaza de Bolivar de Ibagué, donde se sentaba a pensar en Paulina Rodríguez, su novia que vivía en la lejana población de Oiba, Santander.


Como he relatado en este blog, mi abuelo había llegado a Ibagué en 1925 desde Oiba contratado por los Padres Salesianos para dirigir su Escuela de Artes y Oficios. Vivía en una pequeña casa contigua al Palacio Arzobispal, marcada en esta fotografía con el numero 1. Había dejado atrás a su prima Paulina, pero la nostalgia lo consumía y le escribía frecuentemente. Aquí les comparto una de las postales que le escribía a mi abuela:


La Plaza de Bolivar era parte importantísima del centro de la ciudad. En esos años se dio el gran paso de iluminarla de noche, cortesía de la "Luz Laserna" y el fotógrafo Camacho inmortalizó el gran paso en una hermosa postal.


A finales de julio de 1931, mi abuelo no soportó más su soledad y decidió que ya era hora de dar el gran paso del matrimonio. Había recibido varias ofertas para independizarse en Ibagué y pensó que lo mejor era iniciar una nueva etapa con su novia de tantos años. El abuelo invitó a su novia Paulina y a su hermana Luisa a hacer el viaje desde Oiba a Bogotá, para concretar las cosas. Allí en Bogotá, por telegrama, mi abuelo pidió la mano de Paulina. Fue necesario un telegrama al Obispo de San Gil para pedir la dispensa matrimonial por ser los contrayentes primos hermanos.

Mis abuelos Pedro Antonio Niño y Paulina Rodríguez se casaron en la Catedral de Ibagué, el sábado 8 de agosto de 1931, hoy hace 85 años. Después del matrimonio,  celebraron con un desayuno en casa de Rosita de Polanco, conocida de mi abuelo Pedro en Ibagué. Cuando regresaron de su luna de miel, se instalaron de nuevo en la casa contigua al Palacio Arzobispal. Allí nació mi padre, el 23 de noviembre de 1933. 



Una tarde de diciembre de 1933 llegó a visitarlos el obispo de Ibagué, Monseñor Pedro María Rodriguez. Quería comprarles la casa, para iniciar un colegio. A pesar que los jóvenes esposos estaban muy contentos en su espaciosa casa, aceptaron venderla para bien de la comunidad tolimense. Los jóvenes esposos y el pequeño recién buscaron otra residencia, para dar paso al Colegio Tolimense, que inició labores en febrero de 1934.

25 años más tarde, en agosto de 1956, mis abuelos habían formado una gran familia, orgullosamente ibaguereña. Para sus bodas de plata se tomaron esta hermosa foto, rodeados de sus 6 hijos: Humberto, Pedro Antonio, Oliva, Martha y Marina, parados, junto a Paulina, Pedro Antonio y Hernando. Hoy hace 60 años posaron para la foto, en la sala de su casa de la carrera tercera con calle 10A. Tres días después, se casaban mis papás en Bogotá.


Hermosos recuerdos de los abuelos, que vale la pena conservar. Con la llegada de Juan Ignacio Niño Cobo en abril de 2016, nació su primer tataranieto, que continuará con la tradición centenaria de la familia Niño en Colombia.



jueves, septiembre 24, 2015

23 de diciembre de 1968

A raíz del accidente de una tía, que le produjo una fractura de cadera, vino a mi memoria el accidente que tuvimos el lunes 23 de diciembre de 1968, donde mi papá también sufrió una similar fractura. Aquí va la historia:

Mi papá era en ese momento Gerente de la Beneficencia del Tolima y había decidido que los sorteos de los lunes de la Lotería del Tolima se jugaran fuera de Ibagué, en los pueblos del departamento, donde llevaba artistas que estaban comenzando, como era el caso de Silva y Villalba. Después de un sorteo de la Lotería en Guamo, íbamos de regreso a Ibagué en un carro de la Beneficencia manejado por Don Luis, un veterano conductor de la entidad. Mi papá, mis hermanos mellizos y yo íbamos en el asiento de atrás, comiendo un pollo que habíamos comprado a la salida de El Guamo. De pronto, a unos 5 kilómetros del pueblo, chocamos de frente contra una volqueta que estaba varada, sin luces. Caímos a una cuneta de unos 2 metros.


Mi papá sufrió una fuerte fractura en la cadera y gritaba de dolor en el carro. El chofer había quedado con varias costillas rotas y una rodilla destrozada. Atrás mis hermanos y yo estábamos ilesos, salvo una pequeña herida de Juan Manuel. Yo tenía 11 años y me tocó ponerme al frente de la situación. En una total oscuridad, subí como pude a la carretera, donde el conductor de la volqueta se lamentaba, en los últimos momentos de su vida. Logré parar un carro, que se dirigió a toda velocidad a El Espinal, a traer una ambulancia.



Recuerdo con horror la sacada de mi papá y don Luis de la cuneta, el traslado a El Espinal, el largo trayecto hasta Ibagué, mi papá gritando de dolor en cada curva. La llegada a la Clínica Minerva, llena de médicos esperando a su colega y amigo.

Creo que lo operaron al día siguiente, le pusieron varios clavos en su cadera y un gran yeso desde el cuello hasta las rodillas. La entrada a nuestra casa de Cádiz fue de película, pues lo subieron como un gran mueble por las escaleras hasta su habitación del segundo piso. La Navidad fue triste, la pasamos donde mi abuela Paulina, no estaban ni el abuelo Pedro, muerto en mayo de ese año, ni mi papá recién accidentado.

Lo del yeso duró 3 largos meses. Mi mamá tuvo que comprar unas largas manos en la Plaza de Mercado, para que mi papá pudiera rascarse la espalda. Era un enfermo muy complicado, como en general lo somos los hombres. Después de eso estuvo en muletas, luego con bastón. Cojeaba a veces por esta lesión. Las juntas y reuniones de la Beneficencia se hacían en nuestra casa, por decisión del gobernador Ariel Armel. 

Ahora los procesos de fractura de cadera no son así de complicados. Ya no hay necesidad de esos yesos tan aparatosos y los procesos de recuperación son más sencillos. Para muchos, el año 68 fue el del Mayo de París y The Beatles. Para mi fue el año de la Vuelta de Pedro J. Sánchez, la muerte de mi abuelo Pedro y este triste accidente.

ÑAPA: El carro del accidente era un Ford gigante, de los años 50s, que había pertenecido al General Gustavo Rojas Pinilla. Ese carro nos salvó de perecer aquella noche.


lunes, febrero 09, 2015

El temblor del 9 de febrero de 1967

Hoy hace 48 años se sintió en Ibagué y el Tolima uno de los más fuertes temblores que haya experimentado en mi vida. Con intensidad de 7.2, 100 muertos, 200 heridos, 1000 viviendas destruidas, 5000 predios afectados, ha sido uno de los más grandes en la historia de nuestro país. Las poblaciones más afectadas fueron Planadas (Tolima) y Campoalegre (Huila)



En Ibagué la emergencia debió ser afrontada por el Secretario de Obras Públicas, mi tío Pedro Antonio Niño, Ingeniero Civil que acababa de cumplir 22 años y que estrenaba su primer puesto público. Estaba esa mañana a las 10:24 en su oficina, cuando sintió el temblor. Vio en la pared algo similar al pasaje biblico de Nabucodonosor, al llenarse con una gran grieta de arriba a abajo, como si una mano gigante estuviera escribiendo un gran mensaje. Salió a la calle, donde la gente aseguraba que habían visto ondas hasta de 50 centímetros de altura. Organizó rápidamente un recorrido por edificios públicos, colegios, teatros y hospitales, para afrontar la emergencia.



El joven ingeniero debió ordenar demoliciones, recomendar evacuaciones, atender reparaciones de edificios, a lo largo de varias semanas. Fue su primer prueba de gran tensión y su comportamiento decisivo fue muy elogiado por los periódicos de la época.




A mi tocó el temblor en el cuarto piso del Colegio Jiménez de Cisneros de Ibagué. Al sentir el temblor salimos corriendo a la terraza, donde pude ver las dos torres de la Iglesia de San Roque meciéndose de lado a lado, en un ángulo que calculo de al menos 45 grados. Iba a comenzar a correr por las escaleras cuando vi venir corriendo a Miguel Vila Montoya, un vecino del barrio Cádiz, que me llevaba dos años, era muy grande y corpulento. Miguel iba gritando, apartando niños a lado y lado, que caían a su paso. Creo que no paró de correr hasta salir a la calle 17. 

Un momento muy duro para el Tolima, muy bien manejado por los gobernantes de aquellos días. 




domingo, febrero 08, 2015

El alumno de los Salesianos

Uno de mis libros de cabecera es el "Libro Azul de Colombia", espectacular compendio de la Colombia de 1918, realizado por Jorge Posada Callejas, quien recorrió decenas de ciudades, tomando cientos de fotos, entrevistando a miles de personas y recopilando miles de datos sobre nuestro país hace casi 100 años. Leo la magnifica versión virtual que existe en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos y la uso mucho en mi trabajo de historiador aficionado. 


Anoche, cuando estaba recorriendo sus páginas sobre Bogotá, me encontré con tres fotos muy relacionadas con la historia de mi familia, que quiero compartir en este blog, aprovechando de paso para contar algo de la llegada de mi abuelo Pedro Antonio Niño a Ibagué, este mes hace 90 años.





Las tres fotos fueron tomadas por Posada Callejas en el interior de la Escuela de Artes y Oficios de los Padres Salesianos en el Colegio León XIII de Bogotá, a comienzos de 1918. La primera foto muestra la Tipografía del Colegio, la segunda y la tercera talleres donde se enseñaban otras artes manuales. Los Salesianos enseñaban tipografía, fundición de tipos, encuadernación, herrería, mecánica, carpintería, ebanistería, sastrería, talabartería, zapatería y librería en esta Escuela de Artes y Oficios, fundada en Bogotá en 1890.

La importancia del tema para nuestra familia es que en esta Escuela de Artes y Oficios recibió su formación mi abuelo Pedro Antonio Niño, aproximadamente en la misma época en que se tomaron estas fotos. Oriundo de Oiba, Santander, mi abuelo emprendió un largo viaje hasta Bogotá para estudiar con los Padres Salesianos en este Colegio León XIII, donde aprendió tipografía, encuadernación y librería.


Nuestra familia había permanecido varios siglos en Tunja, donde se instaló el conquistador Pedro Alonso Niño hacia 1550. Como lo he contado en otras crónicas, el fusilamiento de nuestro antepasado Juan Nepomuceno Niño por parte de Pablo Morillo en 1816 obligó a varios miembros de la familia a salir de la ciudad que los había acogido por generaciones. Francisco Niño Camacho logró rescatar una finca familiar en Oiba, pues los españoles confiscaron gran parte del patrimonio familiar de los Niño en Tunja. Allí se instaló, pero el crecimiento demográfico de los Niño en Oiba fue muy grande y cuando nació mi abuelo no quedaba casi nada. Por ello debió viajar a Bogotá, a buscar educación y fortuna.

Mi abuelo siempre se enorgullecía de su trabajo y formación con los Padres Salesianos, lo que hace muy valiosas estas fotos, que muestran su entorno educativo hace casi 100 años. Pedro Antonio trabajó varios años en el Colegio León XIII, hasta que a comienzos de 1925 recibió la oferta de trasladarse a una pequeña ciudad, donde los Padres Salesianos habían abierto una nueva Escuela de Artes y Oficios. A pesar de estar muy enamorado de una bella muchacha de Oiba, el abuelo aceptó la oferta y en febrero de 1925 llegó a Ibagué, como instructor de tipografía de la Escuela de Artes y Oficios del Colegio San José de nuestra ciudad. Hace 90 años comenzó nuestra vinculación con el Tolima, a raíz de la generosa oferta de los Padres Salesianos a Pedro Antonio Niño.

El complejo salesiano en Ibagué se estaba formando desde 1904, pero realmente la Escuela comenzó a operar en forma a finales de los años 10s, con la terminación de la Iglesia de la Virgen del Carmen y el Colegio de San José. Allí llegó mi abuelo, que primero fue instructor y luego dirigió la Escuela de Tipografía del Colegio. Este era el aspecto del complejo salesiano de Ibagué a finales de los años 20s:



Durante varios años, mi abuelo sostuvo un noviazgo por carta con su prima Paulina Rodríguez, que se había quedado en Oiba. A finales de julio de 1931, decidió que ya era hora de dar el gran paso del matrimonio. Había recibido varias ofertas para independizarse en Ibagué y pensó que lo mejor era iniciar una nueva etapa con su novia de tantos años. El abuelo invitó a su novia Paulina y a su hermana Luisa a hacer el viaje desde Oiba a Bogotá, para concretar las cosas. Allí en Bogotá, por telegrama, mi abuelo pidió la mano de Paulina. Fue necesario un telegrama al Obispo de San Gil para pedir la dispensa matrimonial por ser los contrayentes primos hermanos.

Mis abuelos Pedro Antonio Niño y Paulina Rodríguez se casaron en la Catedral de Ibagué, el sábado 8 de agosto de 1931. Después del matrimonio,  celebraron con un desayuno en casa de Rosita de Polanco, conocida de mi abuelo Pedro en Ibagué. 



Viajaron de luna de miel a Buenaventura , nuevo puerto colombiano, abierto a raíz del recién inaugurado (1914) Canal de Panamá. El viaje de Ibagué a Armenia lo hicieron en carro, por la nueva carretera que se había construido con dineros de la indemnización de Panamá. En Armenia tomaron el ferrocarril del Pacifico hasta Buenaventura al nuevo y flamante Hotel Estación. Hicieron un paseo a la Bocana. Mis abuelos conocieron el mar, con fuerte mareo de mi abuela en la navegación.

Los Salesianos han aportado muchas cosas a la humanidad. A nosotros nos legaron Ibagué y el Tolima. Hace 90 años somos tolimenses, de todo corazón y con mucho orgullo. Por eso la emoción grande de haber encontrado estas fotos del Libro Azul, que otra vez vuelvo a recomendar a los lectores de este blog. 





sábado, noviembre 15, 2014

Un homenaje de mi tio Hernando Niño a la memoria de mi padre

En este blog he publicado algunas entradas relacionadas con la muerte de mi padre el 31 de marzo de 1985, siempre desde mi punto de vista personal. Recientemente he encontrado algunos homenajes que le rindieron otras personas en aquellos días posteriores a su muerte.

El día 8 de junio de 1985, el Directorio Conservador del Tolima, presidido por el senador Guillermo Angulo Gómez, descubrió una placa en memoria de Humberto Niño Rodríguez. Mi papá mantenía cordiales relaciones con los 3 grupos en que se dividía el conservatismo tolimense en aquellos días, pero la relación con Guillermo databa desde sus tiempos como compañeros de bachillerato en el Colegio San Simón de Ibagué.

Intervino en primer lugar aquella noche el senador Angulo Gómez, recordando su amistad con mi padre, señalando la manera tan prematura en que la sociedad tolimense había perdido a uno de sus mejores valores. Guillermo recordó la vocación social de mi papá, siempre atento a contribuir con la niñez y los menesterosos del Tolima. Guillermo, muy cercano a la familia Niño, habló de dolor de mi abuela Paulina y de mis tíos, "compañeros suyos en todo el sentido de la palabra".


Decía Guillermo: "la pena de Gloria, que constituyó junto con él un binomio indestructible, que edificó un hogar modelo, que luchó junto a su lado con coraje y valor increíbles en los momentos de adversidad y que fue su alegría en los momentos amables, tiene que ser inmensa".

Terminó Guillermo diciendo que para él, amigo de tantos años de mi padre, su temprana muerte era un duro golpe. Por todo ello y por el aporte de mi padre a la sociedad, consideraba apenas justo rendirle ese homenaje.

A esas sentidas palabras contestó en nombre de la familia mi tío Hernando Niño Rodríguez, con un discurso que reproduzco enteramente:

"Perdón si se llenan los ojos de lagrimas, perdón si se me turba la voz, pero hace 75 días Humberto entregó su alma al creador y todavía siento sus pasos, su figura delgada pero erguida atravesar el Parque Murillo Toro, llegar a mi empresa a saludar y seguir rápidamente a este nuestro Directorio para cumplir su cita con el Comité de Acción Social.

Aquí estoy con su esposa Gloria, con Juan Carlos y Señora, con Aydeé y mis hijos diciendo presente en este hermoso homenaje y representando a los familiares que por una u otra razón no pudieron asistir.

Yo se que mi querida madre, los hijos de Humberto, German Humberto, Claudia y Juan Manuel, como mis hermanos Oliva, Marina, Martha y Pedro Antonio se sienten, junto a nosotros, en deuda con ustedes.

Bien saben Stella y sus compañeros de Comité que Humberto siempre fue la persona que, a pesar de no estar de lleno en la política, ofreció todos sus conocimientos profesionales para ayudar al mejor bienestar de nuestros copartidarios; que a pesar de sus sufrimientos y tristezas mantuvo su posición vertical y luchó por su partido, ideal por el cual siempre se entregó con todo el corazón.

Guillermo: Al descubrir esta placa en homenaje a su memoria, no quiero terminar estas pocas palabras, mal hilvanadas, sin agradecerle todo su reconocimiento y su preocupación por estos familiares que hoy lloramos igual que hace 75 días a nuestro querido Humberto.

Glorita y sus hijos le agradecen con el mejor de los cariños todos estos detalles.

A todos los que nos acompañan hoy, un fuerte abrazo por este respaldo en esta hora de dolor. 

Muchas gracias."



Muchas gracias por tanta bondad, Hernando. 29 años después estas palabras siguen vigentes, seguimos llorando la muerte de mi papá, pero apreciando cada vez más su gran obra de vida. Y seguimos encontrando cada día más referencias al valor y coraje de mi mamá, parte inseparable de cualquier análisis que se haga de la vida de Humberto Niño Rodríguez.

miércoles, octubre 08, 2014

Un año sin Rafael Albornoz

Hoy hace un año murió mi suegro. Estas fueron las palabras que pronunció mi hijo Daniel Humberto Niño en el funeral de su abuelo:

Me tomo el atrevimiento de decir unas palabras en nombre de todos mis primos para esa persona tan maravillosa que tuvimos el privilegio y honor de llamar abuelo.

Abuelito, a pesar de el gran vacío que nos dejas en el alma, nos alegra enormemente que ya estés descansando, que te reencuentres con todos tus hermanos y vuelvan a tener esas eternas charlas que tanto disfrutabas.

Me considero afortunado, porque entre tus 17 nietos, los más grandes alcanzamos a verte activo, un hombre que le encantaba caminar por Acarigua acompañado de su bastón, un sombrero y una manada de perros alegres. Un abuelo cariñoso que cada vez que pasábamos por el pueblo de La Mesa lo anunciabas con bombos y platillos indicando que íbamos por “La Mesa que tanto pesa” señal infalible de que faltaba poco para llegar a la finca.

Recuerdo tu cajón lleno de chocolates el cual siempre estaba abierto para que nosotros cogiéramos cuantos quisiéramos, recuerdo tus metidas en la piscina cuando ya poco veías pero seguías nadando como pez en el agua. Acto seguido te metías al jacuzzi en donde te traían un vaso de whisky lo cual indicaba que teníamos que parar de salpicar. Luego seguía la clásica frase “a dormir el noticiero”

Siempre te preocupaste por todos nosotros, no solo tus hijos y nietos pero toda la familia, tus hermanos, sus hijos, tus empleados y en general con el bienestar de toda la comunidad. De ti aprendí el valor de la familia, de la humildad y la sencillez.

Hasta en tus últimos años recordabas muchos detalles de la situación de cada nieto, que unos están por México otros en Houston, Boston, Barcelona, Canadá y el resto en Bogotá, y cuando íbamos a verte eras feliz conversando y preguntándonos acerca de nuestras vidas. Recuerdo especialmente la entrevista que te hicimos con motivo del protocolo de familia, me impresionó como pasaste de ayudar en la Tienda El Candado de tu papá a tener yo no sé cuantas cabezas de ganado en los Llanos.


Verte acostado en una cama nos ponía muy tristes, mas sabiendo cuanto te encantaba cabalgar y caminar por el mundo. La frase "estoy fregao", nos partió el corazón mil veces, pero un fuerte apretón de manos y un "te quiero mucho" nos hacia sacar una sonrisa.

Abuelito, gracias por todas las enseñanzas, por todo el amor brindado a cada uno de tus nietos y por nunca dejar de luchar, creo que cada uno de nosotros ha aprendido eso de ti y lo aplicará toda la vida.

Hasta en tus últimos días estuviste pendiente de mi matrimonio, querías un vestido nuevo y andabas pensativo porque la abuela no me había comprado un regalo de tu parte y estabas decidido a regalarme tu propia cobija.

Acá queda tu gran familia, tu maravillosa esposa, nuestros padres amorosos y tus nietos adorados. Prometemos seguir tus pasos, siempre queriéndonos y respetándonos los unos a los otros, como tu lo hiciste toda la vida.

Primos, ahora tenemos un angelito que desde el cielo siempre nos cuidará.

Te queremos abuelito, ya es hora de descansar