En este soñoliento y perezoso primer domingo de 2023 en Bogotá, vale la pena recordar aquel primer domingo de septiembre de 1993, hace 30 años, cuando Colombia entera vibraba esperando el partido de Colombia con Argentina, clave para las esperanzas de llegar al Mundial 1994 en Estados Unidos.
LA COLOMBIA DE SEPTIEMBRE DE 1993
Septiembre de 1993 se inició en Colombia el domingo 29 de agosto, en Barranquilla. La Selección Colombia, en el mejor momento de su historia, derrotó 4-0 a Perú en Barranquilla. Con goles de Iván René Valenciano, Freddy Rincón, Alexis Mendoza y Wilson Pérez, continuando invicta en su ruta hacia el campeonato mundial de 1994 en los Estados Unidos. El grupo de Colombia tenía a Argentina, Perú y Paraguay y con el resultado de ese domingo en Barranquilla Colombia era líder del grupo, con 11 puntos. Argentina era segundo con 10 puntos, Paraguay tenía 6 y Perú no tenía ningún punto, terminando la quinta de 6 jornadas para llegar al Mundial.
En 1993, hace 30 años, Colombia vivía un momento muy especial. El gobierno de César Gaviria había abierto el país a la inversión extranjera y acababa de terminar un apagón energético, que había obligado incluso a cambiar la hora tradicional de Colombia, buscando reducir el consumo de energía. El 2 de mayo de 1992 sólo tuvo 23 horas, cuando el entonces ministro de Comercio, Juan Manuel Santos, desde el Icontec adelantó el tiempo una hora en los relojes oficiales, pasando de las 12:00 a.m. a la 1:00 a.m. en solo un segundo. En todo el país la energía se suspendía entre las 5 de la tarde y las 9 de la noche, medida que después se alivió, reduciendo el apagón a 2 horas. En febrero de 1993, la medida se suspendió y la hora volvió a la normalidad.
Pablo Escobar había escapado de la cárcel La Catedral en julio de 1992 y en septiembre de 1993 era un fugitivo, con mucho menos capacidad de hacer daño que en aquellos años entre 1989 y 1991. El ministro de Hacienda era Rudolf Hommes, que intentaba cumplir la meta de la inflación del 22%, mientras que el PIB crecía al 5.15% y el desempleo se situaba en el 7.9%. Los recién creados fondos de pensiones se habían fortalecido con una nueva Ley de Seguridad Social que privatizaba parte de la salud y las pensiones de los colombianos. La construcción se encontraba en un extraordinario boom, pero el agro no tenía buenos resultados por la apertura económica. Había un ambiente de optimismo general en Colombia.
El salario mínimo era de 81.510 pesos y se rumoraba que podría llegar a 100.000 para enero de 1994. El dólar se cotizaba en 806 pesos, es decir que un salario mínimo podía comprar 101 dólares. 30 años después, un salario mínimo del 31 de agosto de 2023 compra 280 dólares. El PIB per cápita de Colombia de los 37 millones de colombianos de 1993 era de 1.500 dólares, frente al resultado de 6.600 dólares para los 51 millones de compatriotas en el 2022.
EL 5 DE SEPTIEMBRE DE 1993
La semana previa al 5 de septiembre fue muy especial en Colombia. Muchos colombianos buscaban cupo en los atestados aviones hacia Buenos Aires, mientras que otros preparábamos la gran fiesta en nuestras casas, organizando asados y reuniones con familiares y amigos. Yo organicé una gran reunión en nuestro apartamento del Barrio La Carolina en Bogotá, aprovechando que había adquirido hacía unos meses un proyector y una gran pantalla, para poder ver partidos y películas en 150 pulgadas.
El partido ha sido contado mil veces, no vale la pena hacer una nueva crónica al respecto. En medio de un partido muy parejo, a los 41 minutos del primer tiempo Valderrama filtra un pase a Freddy Rincón y Colombia pasa a ganar 1-0. Locura en el país entero. Pasamos aquel entretiempo en una euforia total, disfrutando de la buena compañía y del buen asado. Apenas arrancaba el segundo tiempo y Faustino Asprilla ponía el segundo. Rincón puso el tercero a los 74 y Asprilla anotó el 4-0 a los 75. En nuestro estudio, repleto de gente, saltábamos y gritábamos como locos. El único cuerdo era el pobre proyector, que no soportaba la temperatura ambiente y lanzaba mensajes de emergencia “bajar la temperatura, bajar la temperatura”. Adolfo Pérez decía en la televisión “ya pueden sacar el aguardiente!”, cosa que ya habíamos hecho mucho antes.
La fiesta fue completa. En Buenos Aires, el narcotraficante Justo Pastor Perfán corrió con los gastos de la celebración y en solo champaña gastó 12.000 dólares. 85 muertos y 900 heridos costó la celebración en Colombia. En la cárcel de Medellín, René Higuita celebraba con varios internos, que se desbordaron al final y cobraron varios muertos en medio del desorden. Yo pedí a mis invitados que siguiéramos celebrando en la casa, para no salir a la calle, donde el ambiente era eufórico, pero peligroso. El tiempo mostraría que fue un buen consejo.
EL AFTERMATH
Como le dijeron dirigentes y narcotraficantes a Pacho Maturana aquella misma noche, lo único que servía a la Selección Colombia después de aquella noche era ser campeones mundiales. Los jugadores fueron explotados a lo largo de 22 partidos de preparación, muchos de ellos simplemente grotescos. Recuerdo que fuimos con Pipe y Danny a ver uno de aquellos partidos al Campín, con un equipo europeo de segunda categoría y un árbitro complaciente, pitando todo a favor de Colombia. La histórica frase del Pibe Valderrama antes de viajar a Estados Unidos “todo bien, todo bien”, muestra lo que fue aquel engañoso periodo. Hasta Cruz de Boyacá recibieron los futbolistas en los días previos al viaje.
Ya he contado en otra crónica que fuimos al Mundial y lo que vivimos los ingenuos colombianos que fuimos a apoyar al equipo, sin saber todo lo que estaba detrás. Mientras tanto, Samper compraba su presidencia con dineros del Cartel de Cali y comenzaba un largo periodo oscuro de casi de 10 años para el país.
Pero como decían las abuelas, a nadie le quitan lo bailado ni lo gozado. Hay que recordar aquella hazaña de hace 30 años, difícilmente volverá a pasar algo similar.