Hoy, cuando se cumplen 34 años del maravilloso día de mi matrimonio, vale la pena reproducir y actualizar este post, que escribí hace unos años. Estos dos últimos años han estado llenos de acontecimientos muy lindos, que han reforzado un matrimonio de bases muy sólidas. Aquí va el escrito:
El viernes 12 de marzo de 1982 fue uno de los días más especiales e importantes de mi vida, aunque en ese momento parecía un día más. Habíamos sido convocados alrededor de 20 personas al Banco del Comercio, para informarnos que estábamos admitidos al Curso de Análisis de Crédito y Técnicas Bancarias, un exigente curso de postgrado organizado por el Chase Manhattan Bank para formar ejecutivos bancarios.
El viernes 12 de marzo de 1982 fue uno de los días más especiales e importantes de mi vida, aunque en ese momento parecía un día más. Habíamos sido convocados alrededor de 20 personas al Banco del Comercio, para informarnos que estábamos admitidos al Curso de Análisis de Crédito y Técnicas Bancarias, un exigente curso de postgrado organizado por el Chase Manhattan Bank para formar ejecutivos bancarios.
A la salida, nos reunimos en la calle 13 con octava un grupo de los nuevos estudiantes, a comentar la buena noticia y a felicitarnos por haber terminado el proceso, donde habían sido descabezados alrededor de 400 aspirantes. Todos estábamos felices, menos una niña que nos dijo con toda seguridad que iba a pensar si ingresaba al curso. Ella tenía otras dos ofertas de trabajo y se iba a tomar el fin de semana para saber que iba a hacer. Me pareció un poco antipática su actitud. Me dije a mi mismo que ojalá decidiera tomar una de sus otras opciones.
Aquella niña de las tres ofertas de trabajo, la antipática que no sabía si iba a entrar a ese curso tan atractivo, es la mujer que me ha acompañado durante 35 años, 34 de ellos en un feliz matrimonio. Liliana Albornoz lo pensó durante ese fin de semana y entró al curso del Banco del Comercio el lunes 15 de marzo de 1982. Inteligente, segura de si misma, simpática, se convirtió en la numero 1 del curso muy fácilmente. Yo, que siempre he sido un buen matemático y buen estudiante, estaba de segundo y trataba de recortarle terreno, pero era muy difícil seguirle los pasos.
Liliana no tenía inconveniente en hacer siesta a la hora del almuerzo: se tiraba al piso, ponía 2 ó 3 libros como almohada y dormía su buena media hora. Esa capacidad de dormir en cualquier circunstancia la sigue teniendo 35 años después. Abierta y amigable, era capaz de convocar a una fiesta en su casa a todo el curso, llevar 6 ó 7 personas en su carro hacia el norte de Bogotá, llevarse a todo el curso y varios profesores a un paseo gigantesco a su finca en los llanos. Todo un terremoto. Yo la veía de lejos, no me interesaba mucho, pues estaba de novio, en una relación que ya llevaba 4 años. Pero Liliana no pasaba inadvertida.
1982 fue un año de muchos acontecimientos que he contado en este blog. En mayo de 1982 ganó Belisario las elecciones, en junio se jugó la Copa Mundo en España, mientras se peleaba la Guerra de las Malvinas en Argentina. En agosto asistí a la posesión de Belisario, que también he comentado en este blog. El curso era muy exigente, lo que motivó que nos concentráramos cada vez en el grupo de los 20 estudiantes, dejando de lado novias y amigas. Mi relación de muchos años se dañó en esos meses. Es muy cierto el dicho de que la novia del estudiante no es la esposa del profesional.
En algún momento de agosto y septiembre comencé a mirar con otros ojos a Liliana. Teníamos un grupo de 5 ó 6 amigos que almorzábamos todos los días y que frecuentemente estudiábamos juntos. Un día, no se porqué, le regalé el último disco de Roberto Carlos "Cama y Mesa". Conversábamos mucho después de almuerzo, a tal punto que Liliana sacrificaba 10 minutos de su siesta para estar conmigo. La invité a cine, al Teatro Almirante en la 85 abajo de la 15. Allí, a finales de septiembre de 1982, le cogí la mano y al final de la película nos dimos un beso. Han pasado 35 años desde aquella noche y todavía lo recuerdo con emoción.
Nos enamoramos locamente. El resto del curso estuvimos muy juntos y cada vez nos necesitábamos más. Ibamos a mi apartamento en la 76 con 15, a su casa en la 94 con 7A, no podíamos separarnos. Viajé con ella a Ibagué por algún exámen del curso, nos quedamos en la casa de mis papás, pero no les conté nada. Mi mamá siempre sospechó que aquella niña era algo más que mi compañera de curso. En marzo de 1983 fuimos juntos al matrimonio de mi cuñada Olga Albornoz con Luis Eduardo Sanmiguel, ya en plan de novios formales. En abril ya la presenté oficialmente a mis papás. En junio fuimos juntos a Prado, a la finca de mi hermana Claudia y mi cuñado Jacky. En agosto decidimos casarnos. Un año loco de noviazgo, que siempre recordaré como una de las etapas mas lindas de mi vida. El 24 de septiembre de 1983, hoy hace 34 años, nos casamos a las 4 de la tarde en la Iglesia de Santa María de Los Angeles en Bogotá.
Resumir estos 34 años es muy difícil. Tuvimos dos hijos muy rápido, Germán Felipe en marzo de 1984 y Daniel Humberto en julio de 1985. En pleno embarazo de Danny murió mi papá, en una tragedia que todavía me conmueve de dolor. Liliana estuvo a mi lado en todo momento en esos meses tan duros. Sobrevivimos a ese duro 1985, lleno de contrastes, con niños naciendo en la familia y mucha gente muriendo en Colombia, todo lo cual he contado en ese blog. Tuvimos años muy prósperos, que culminaron en 1997 con la llegada de mi hermosa Valeria. Una crisis económica muy fuerte, un exilio mío de 3 años en los Estados Unidos, fueron durísimas pruebas a las que sobrevivió nuestro matrimonio. Años más estables en este siglo, pero nunca en los niveles de prosperidad de nuestros primeros años.
Nos hemos hecho más viejos y más sabios. Nos conocemos muchísimo. Somos buenos amigos. Tenemos 3 hijos maravillosos y una familia grande y hermosa. Hacemos muchas cosas juntos, pero también tenemos espacios separados, lo que es clave para una pareja. Liliana ha encontrado su camino en Emaús, donde esparce su amor incondicional y su energía asombrosa. Cada día la admiro más, cada vez la quiero más. Llegamos a los 34 años de matrimonio y seguimos contando. Dios me permita tener muchos años más al lado de la gran mujer con que me premió en la vida.
Estos dos últimos años han sido muy especiales. Se graduó Valeria y culminamos entonces la etapa de hijos de colegio. Vale entró a la Universidad Javeriana, continuando la vinculación de nuestra familia a esa gran institución, que comenzara mi papá por allá en 1951, hace ya 66 años. Germán Felipe nos regaló una gran dicha, con su matrimonio con María Paula Moreno, ganando nosotros una linda hija y una hermosa familia. Danny y Marce nos dieron el más hermoso regalo, Juan Ignacio Niño Cobo, con quien nos convertimos en jóvenes abuelos en abril de 2016.
Seguiremos este año disfrutando la dicha de ver crecer cada día a nuestro nietecito. Esperamos que nos regalen pronto otros más. Nuestra casa se seguirá iluminando con la presencia de Valeria y Simón Niño, que nos acompañan en este momento de nuestras vidas. Gracias, Liliana, por tantas cosas. Gracias, Dios, por tantas bendiciones.