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viernes, enero 28, 2022

Silvia Buenaventura Sendoya

La dolorosa noticia de la temprana desaparición de Silvia Buenaventura Sendoya me ha dejado muy conmovido. Retrocedí en el tiempo hasta aquellos maravillosos años de comienzos de los 70s, cuando tuve la fortuna de pasar mucho tiempo al lado de la familia Buenaventura Sendoya, en el hermoso barrio de Cadiz en Ibagué.

Mi primera novia, aquel amor de los 15 años que jamás se olvida, fue Helena Buenaventura Sendoya. A su lado conocí la casa de Jaime Buenaventura y Belencita Sendoya, así como a Julita, Silvia, Jaime Alberto (QEPD) y María Victoria. Una casa llena de música, allí conocí a Eydie Gorme y Los Panchos, a Jose Alfredo y Alicia, aprendí a apreciar boleros y rancheras, allí di mi primera serenata. Era la clásica visita en la sala, con Julita y Silvia actuando discretamente como chaperonas. 


Las Buenaventura Sendoya habían nacido con vena artística. Cantaban muy bien, especialmente rancheras. Eran espectaculares bailarinas, de las que "se formaba rueda para verlas bailar". Un ambiente de rumba animaba aquella casa, de la que tengo muy buenos recuerdos. En junio de 1973 viajé a la Escuela Naval, un par de veces me vi con Helena, pero pronto llegó la universidad, Bogotá, la vida, etc. y aquel amor juvenil quedó atrás.

Cuando iba a Ibagué, muchas veces coincidía con Silvia. Siempre amable, siempre sonriente, me transmitía todo el cariño de aquellos años pasados. Era verla y volver a transportarme en el tiempo. La veía en fotos de amigos ibaguereños y siempre tenía aquella hermosa risa, que transmitía bondad. Nunca supe que estuvo enferma, nunca pude pedir por su salud. La noticia de su muerte me llegó ayer en la mañana y el dolor y las lágrimas me invadieron. Descansa en paz, Silvia, que tu sonrisa y tu recuerdo nos sigan acompañando toda la vida. Abrazos a Julita, Helena y María Victoria, a sus familias y a todos los amigos de nuestra hermosa Silvia. 

martes, enero 21, 2020

Marielita

La triste noticia de la muerte de Marielita Quintero de Levy me ha llenado de nostalgia y añoranzas. Para muchas familias ibaguereñas, incluida la nuestra, Marielita, como todos la llamábamos, forma parte de nuestros recuerdos infantiles y de adolescencia.

Mariela Quintero Mahecha nació en Arrancaplumas, un bello paraje de la ciudad de Honda, Tolima, en 1929. No conozco detalles de su llegada a Ibagué, pero ya en 1950 estaba en nuestra ciudad y era una destacada deportista. Por su relación con el basquet conoció a un inmigrante alemán, Helmuth Levy Hoffmann, que había llegado a Ibagué a mediados de los años 40s, junto con toda su familia. Supongo que se conocieron a través del deporte, pues Mariela era basquetbolista, integrante de la selección Tolima y Helmuth y sus hermanos unos entusiastas de los deportes, incluido el ciclismo y el basquetbol. 

Los Levy habían huido de la Alemania nazi hacia 1938, llegando a Colombia, donde se establecieron en Palmira. Hacia 1941 llegaron a Ibagué, donde don Arthur Levy Levy (don Arturo) montó una panadería. En ella trabajaba también su esposa Gertrud, la siempre amable doña Gertrudis de mis recuerdos infantiles. Para 1948, la familia Levy tenía 2 establecimientos muy conocidos en Ibagué, el Centro Social en el Colegio San Simón de la tercera con 11 y el Bar Florida, prácticamente pasando la calle desde la panadería, donde eran famosos el pan, bizcochos y los ponqués. 



Después del 9 de abril, que obligó el cierre del Bar Florida, don Arturo pensó en establecerse en el importante barrio de La Pola, donde construyó una gran sede, que se inauguró hacia 1953. Como gancho importante del nuevo establecimiento se incluyó en el menú el jamón de cordero, con el que comenzaron a prepararse los aún famosos sanduches del Centro Social. 

El nuevo negocio, financiado por el BCH, funcionaba en la carrera Tercera con calle Tercera en La Pola, empleaba a 32 personas y tenía vehículos que atendían muchas de las poblaciones vecinas a Ibagué.


Recién llegado el Centro Social a La Pola, Marielita y Helmut decidieron casarse. Es famosa la foto del 2 enero de 1954, donde los recién casados salen de la la capilla de la Escuela Normal Nacional en la Carrera Quinta con Calle 30. Como muchas ocasiones religiosas en aquel pequeño Ibagué, la ceremonia se hizo con la bendición de monseñor Luis Felipe Jáuregui. Los Levy Quintero se instalaron en La Pola, donde nacieron Giselle, Erika y Helmut, los primeros hijos del matrimonio.



MIS RECUERDOS

Ya para esa época funcionaba el Liceo Val en Ibagué y Marielita era una de sus profesoras. No conozco si hubo una sede anterior, pero mis recuerdos sitúan al colegio en una vieja casa de la calle 10 con carrera cuarta, muy cerca de la Plaza de Bolivar y el Parque Murillo Toro. Allí me llevaron a comienzos de 1961, cuando mis papás decidieron radicarse en Ibagué. Humberto Niño, recién salido de la Armada Nacional, pediatra, quería hacer su carrera en Ibagué. Gloria Ballesteros, santandereana, con 2 hijos y esperando mellizos, estuvo de acuerdo. 

Para un niño de 4 años, recién llegado a una nueva ciudad, la experiencia del colegio fue aterradora. El Liceo Val funcionaba a una cuadra de la casa de mis abuelos, era un colegio espectacular al que Cecilia Valbuena y Mariela Quintero le ponían amor y algo más, pero no me pude acomodar. Apenas llegaba Helena, la empleada de mis abuelos, a traerme las mediasnueves, me aferraba a sus piernas y lloraba y lloraba. Cecilita y Marielita llamaron a mis papás y les recomendaron esperar un año más. Toda la vida me ha perseguido el fantasma de haber perdido kinder en el Liceo Val, pero reconozco que fue una decisión sensata de dos buenas educadoras.

En algún momento del año 1961 nos mudamos a La Pola, al llamado Barrio Pabón Peláez. Recuerdo haber ido muchas veces al Centro Social de la tercera con tercera, junto con mis papás. En febrero de 1962, ya más aclimatado a Ibagué, volví al Liceo Val de la calle 10, donde estudié hasta 1964. La filosofía de Vida, Amor y Luz se aplicaba con toda la fuerza en el colegio, donde aparte de lo académico teníamos deporte, música, danzas y canto, todo bajo la dirección entusiasta de Marielita.


1965 fue un año de grandes cambios para todos nuestros conocidos en Ibagué. Mis papás y varios vecinos del Pabón Peláez compraron casas en un nuevo barrio, llamado en aquellos años Cadis (no Cadiz, como empezaron a llamarlo muchos años después). Cuando pensaban en que colegio meternos, se enteraron que el Liceo Val se trasladaba muy cerca a Cadis, así que seguimos en el colegio. Y para completar la alegría, el Centro Social se trasladaba desde La Pola para el nuevo barrio, a cinco minutos en bicicleta desde nuestra casa.

No sabíamos que la situación del Centro Social no era fácil. Dos descalabros económicos se sucedieron en línea, un asalto a un conductor del Centro Social en Anzoátegui, que no fue cubierto por el seguro, así como un gran incendio en el local de La Pola. Después de más de 20 años en Ibagué, don Arturo y doña Gertudris la veían difícil. Un ingeniero, me imagino que fue Carlos Mazuera, les ofreció un local en el nuevo barrio de Cadis y allí volvieron a comenzar. El éxito fue rotundo, pues los precedía la gran fama y calidad de sus productos.

Muy bien planeado, Cadis era un barrio que ofrecía una buena calidad de vida a profesionales jóvenes como mis papás. Todo el mundo se conocía, vivíamos la típica vida de los suburbios, todo el tiempo en la calle, las casas siempre abiertas, la felicidad plena. Ir al Centro Social en bicicleta era toda una aventura y Helmut, al frente del negocio, nos atendía como principes. Allí también estaban don Arturo y doña Gertudris, siempre muy bien puestos. Ibamos en bus al Liceo Val, que quedaba relativamente cerca, en una hermosa sede campestre donde hice segundo de primaria. 



En aquel 1965, aparte de izadas de bandera y exámenes con presencia de los padres, protagonicé una pelea monumental con mi compañero del Liceo Val Fernando Vila (QEPD), a la llegada del bus del colegio. Después de 5 minutos de una pelea muy reñida, mi hermana Claudia hizo la diferencia. Le quitó los zapatos a Fernando y comenzó a golpearlo con ellos. Le dimos una muenda fenomenal. Marielita estaba aterrada, no sabía que hacer con 2 niños en semejante situación. Llevó la situación con mucho tacto y terminamos aquel año sin problemas.

En 1966 pasé a colegio grande, el Jiménez de Cisneros, pero siempre llevo con mucho cariño el recuerdo de mi primer colegio, donde aprendí tantas cosas. Marielita fue una gran educadora, como lo reconocen todos sus antiguos alumnos.

LA NATACIÓN

En los años 60s se completó la familia Levy Quintero. Llegaron Ingrid y Claudine. Helmut y Marielita se metieron de lleno en la natación, teniendo como sede primero el Club del Comercio de Ibagué y luego el mundo entero. Todos los hijos fueron buenos nadadores, pero Helmut hijo y Giselle se destacaron especialmente. Marielita era una buena madre de deportistas, apoyando y exigiendo a sus hijos, Erika incluida, a pesar de su condición de haber nacido con síndrome de Down. Helmut papá era un buen dirigente y aprovechaba su paso por la Voz del Tolima para difundir y fomentar el bienestar de la natación tolimense.



La gran ocasión de los IX Juegos Nacionales en Ibagué disparó a la natación tolimense. Helmut papá estuvo en el Comité Organizador, que construyó unas bellas piscinas, orgullo de nuestra ciudad por muchas décadas. Marielita estuvo al frente del joven equipo tolimense, que no podía pelear mucho frente al poderoso equipo del Valle del Cauca, comandado por Olga Lucía de Angulo (QEPD). Ya vendrían tiempos mejores, aprovechando la magnífica experiencia de esos Juegos.

Helmut Levy Quintero se convirtió en una gloria del deporte tolimense y la natación colombiana.  Por más de una década, en los años 70s, dominó las pruebas de los 200 y los 400 metros combinados. Ganó muchas medallas de oro en su categoría a nivel nacional e internacional y participó en 123 competencias internacionales en todo el mundo, entre juegos centroamericanos, suramericanos y juegos olímpicos, participando en Montreal 1976 y Moscú 1980. Después de sus segundos olímpicos, decide retirarse en 1980. 

Erika Levy también representó a Colombia, como abanderada y deportista en competencias de nadadores con síndrome de Down y siempre fue una persona feliz y querida. Marielita y Helmut la manejaron con inmenso afecto, al igual que a su hermana Arlette, también con síndrome de Down y quien murió muy joven. La muerte de Erika, en enero de 2017, fue un golpe duro para una familia que mucho se centraba en ella.



LOS ÚLTIMOS AÑOS

Cuando salí de Ibagué para la Escuela Naval de Cartagena en julio de 1973, los Levy Quintero estaban en un momento de gran apogeo. El Centro Social era el sitio de reunión de los adolescentes ibaguereños y funcionaba como un relojito. El Liceo Val funcionaba también muy bien, con Cecilita y Mariela al frente de la institución. Helmut brillaba en las piscinas de medio mundo y Giselle había dejado igualmente una estela de triunfos. Era el mundo ideal.

Ya no volví a vivir de tiempo completo en Ibagué. Volvía en vacaciones y siempre me daba vuelta por el Centro Social, donde Helmut me saludaba y me atendía con el mismo cariño de 1966. Con el tiempo Helmut hijo se convirtió en un buen periodista y un líder regional. El Liceo Val cambió de manos, cerrando un hermoso capítulo de buenas enseñanzas. En el 2011, cansados, Helmut y Marielita decidieron cerrar el Centro Social de Cadiz (ya se había españolizado el barrio). Concluía un largo camino, iniciado por don Arturo y doña Gertudris 70 años atrás. Helmut papá sigue ofreciendo el famoso jamón de cordero, que distribuye entre sus amigos y conocidos. Todavía soy fiel usuario y con cada bocado recuerdo aquellos bellos años.






En mayo de 2019, con ocasión de los noventa años de Mariela Quintero Mahecha de Levy, sus antiguos alumnos le hicieron un homenaje de reconocimiento a su gran trayectoria. Fue un momento lleno de alegría, pero también de mucha nostalgia. Fue reconocimiento y a la vez despedida. Una gran mujer, que disfrutó ese día con profunda alegría. Ocho meses después, esos mismos alumnos, acompañados por Ibagué entero, despedían a Marielita en su viaje a la inmortalidad.






sábado, mayo 06, 2017

Las 60 de mis 60

Llegando al gran paso de mis sesenta años (los nuevos cuarentas, dirán algunos), es hora de hacer listas. Para mi, una de las cosas que más me han llenado es la música. No solamente quiero hacer la famosa Bucket List, que cada día parece más complicada, sino de hacer un repaso de las cosas que influenciaron mi vida durante estas seis décadas.



No he sido un gran melómano, en el sentido de saber de música clásica, opera o cosas muy complicadas. Pero si he oído mucha música, he tenido muchos vinilos, cassettes, CDs, etc. Con la llegada de Spotify he dejado de comprar música, pues está a un click en el computador, la tablet o el iPhone. Hace muchos años no he vuelto al centro a mi almacén favorito, cuyo lema era "disco que no tengamos, no existe". 

Sentí que era el momento de hacer una recopilación de la música que más me ha impactado en mi vida. Una tarea dificilísima, para alguien a quien le ha gustado desde la música de carrilera más extrema hasta la opera más sofisticada, pasando por rancheras, boleras, tangos, música de plancha, etc. Limité mi lista a 60 canciones, una por cada año de vida.

Aquí se las dejo, ordenadas por distintas épocas de mi vida.





La lista completa puede ser escuchada en Spotify. Hay una versión gratis de la aplicación, donde creo que esta lista puede ser guardada por cualquier persona.





lunes, mayo 01, 2017

Las 60 de mis 60 - Años Sesentas

LOS SESENTAS

Ibagué, mi infancia, los discos que traía mi papá a la casa cada semana, la radio en la cocina, los matinés en el Imperial y el Metropol, las canciones en inglés que tatareaba mi tío Pedro recién llegado de Estados Unidos. Esas son algunas de las influencias musicales que tuve en los años 60s.

Dio, Come Ti Amo - Gigliola Cinquetti, 1966: La primera vez que oí esta canción fue en una versión de bolero de Javier Solis. Después, descubrí para siempre a Gigliola Cinquetti. Hace unos 10 años encontré en youtube la bellísima versión de la película. Esta canción me llega al corazón.



Fuiste Mía un Verano - Leonardo Favio, 1968:  Mi papá llegaba frecuentemente a mi casa en Ibagué con un nuevo disco. Obviamente, trajo a Leonardo Favio, con su primera producción, que causó un enorme impacto. De todas las canciones de aquel primer trabajo, la que siempre me llega a la memoria es esta bellísima canción,  Fuiste Mía un Verano, que retrata la nostalgia de un mágico amor de vacaciones. Lamentablemente Sony Music no permite a los blogs usar videos de esta canción en Colombia, vaya uno a saber porqué.


Mi Gran Noche - Raphael, 1966: Hay muchas canciones de Raphael que son muy buenas, pero ninguna me produce el sentimiento de aquella canción de 1966, que seguramente oí por primera vez en un matiné de sábado en el Teatro Imperial en Ibagué. Es de las pocas canciones que me atrevo a cantar en público y me he ganado un par de concursos de karaoke con ella.





La foule - Edith Piaf, 1957: No se donde oí por primera vez "Que nadie sepa mi sufrir", una canción peruana que sonaba en los años de mi infancia en Ibagué, pero si se que me encantaba su ritmo. Hace unos 10 años descubrí la versión en francés de Edith Piaf de 1957 y quedé maravillado. La nostalgia que me produce esta mágica canción es indescriptible. La incluyo en los 60s por haberla conocido en aquellos años.





Cuéntame - Fórmula V, 1969: De las pegajosas canciones de aquellos años, Cuéntame me sigue acompañando aún en estos días. Si cierro los ojos y quiero cantar alguna canción de esa época, esta melodía llega a mi memoria. Muchos años después Rosario Flores hizo una versión espectacular, que también oigo frecuentemente. Muchas veces me imagino viendo a algún amigo de mi infancia y preguntándole: "Cuéntame como te ha ido? Si has conocido la felicidad?"



Somethin'Stupid - Frank Sinatra, Nancy Sinatra, 1967: conocí la bellísima versión de Frank Sinatra y su hija Nancy, grabada en 1967, por mi tío Pedro, que acababa de llegar de Estados Unidos con un buen cargamento de música en inglés. De todas esas lindas canciones, esta me llena de imágenes de Estados Unidos en los 60s, que después he visto en muchas películas. Gracias al tío Piter conocí esta música tan linda.




Nathalie - Gilbert Becaud, 1964: Obviamente, la primera versión que conocimos de Nathalie fue la de los Hermanos Arriagada. Pero incluyo aquí la poderosa y bella versión de Gilbert Becaud en 1964, que es la original. Como muchas otras canciones, la versión oficial no llegaba a Colombia y los músicos traducían esas canciones de otros idiomas. La música francesa siempre me ha parecido muy linda y Nathalie es una de las más bellas canciones de los años 60s, en francés y en español.




Te He Prometido - Leo Dan, 1969: Leo Dan nos acompañó durante buena parte de los años 60s y 70s, con canciones muy especiales, que se nos quedaron para toda la vida. "Te he prometido" es una de esas, la que todavía tarareo de vez en cuando. Un recuerdo muy especial del Ibagué de antes de los Novenos Juegos.



Corazón Contento - Marisol, 1968: Esta canción combina dos de los grandes ídolos de los años 60s. Palito Ortega compuso la canción y Marisol la cantó cuando ya era toda una mujer. Vi el video de esta canción hace unos 10 años y me transportó inmediatamente al matinal del Teatro Tolima, en aquellos lindos domingos ibaguereños. Desayuno donde la abuela Paulina, matinal en uno de los 3 teatros cercanos a su casa, almuerzo en la casa de Cadiz y tarde en el San Bonifacio.



Tu Nombre Me Sabe A Yerba - Marisol, 1969: En el primer trabajo realizado por Joan Manuel Serrat en 1969, el álbum "La Paloma", aparece esta bella canción. También vi el video de Marisol muchos años después y quedé otra vez enamorado de esta linda canción. Serrat y Marisol, unidos por "Tu nombre me sabe a hierba" y después por la militancia política. Otra canción que me lleva a esos bellos años de mi infancia.



Happy Together - The Turtles, 1967: Otra de las canciones que seguramente están en mi memoria por mi tío Pedro. Un grupo que seguramente no conocimos en su momento, pero que siempre estuvo ahí presente. Alguna vez oí la canción y sentí que ya la conocía en detalle. Me gusta muchísimo su ritmo, me trae mucha alegría cada vez que la escucho.




Rosa Rosa - Sandro, 1969: Un buen día de 1968 llevó mi papá a la casa "Una muchacha y una guitarra" de Sandro, un cantante argentino. Al año siguiente, siendo ya muy popular, sacó un nuevo trabajo titulado "Sandro de América", donde incluyó esta canción, que también me recuerda mucho al Ibagué de aquel entonces, donde la buena música nunca faltaba.

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domingo, febrero 26, 2017

100 años de historia de la Gobernación del Tolima

El edificio de la Gobernación del Tolima ha estado en el mismo sitio de la ciudad de Ibagué desde 1886, cuando se creó el Departamento del Tolima, en el modelo de gobierno centralista de Rafael Nuñez. He querido preparar este post con la intención de hacer un pequeño recuento de estos 130 años de historia de uno de los sitios más tradicionales para cualquier ibaguereño: La Gobernación, junto al Parque Murillo Toro y el famoso palo de mango, hacen parte de la memoria colectiva de nuestra ciudad y nuestro departamento.

LA CASA DE 1886

En 1886, el primer gobernador del Tolima, General Manuel Casabianca, compró una casa frente a la plazuela de Santo Domingo, entre la catedral y la casa esquinera de la Carrera 3 con Calle 11, en donde funcionaría la Gobernación del Tolima. El gobierno compró la construcción, pero careció de dinero para remodelarla o construir una sede que pudiera resolver todas las necesidades administrativas del nuevo ente territorial. Ibagué era entonces una ciudad de paso en el Camino del Quindío, entre Bogotá y Cartago. Casabianca donó una gran cantidad de muebles para el funcionamiento de la casa, que se "perdieron" posteriormente, como lo consignaré en esta crónica.

La plazoleta de Santo Domingo estaba situada muy cerca de la Plaza Mayor de Ibagué y de su iglesia, que más tarde se convertiría en la Catedral de la ciudad.


LA REMODELACIÓN DE 1903

Para 1903 la ciudad había duplicado su tamaño y su importancia. La sede administrativa de la Gobernación se quedó pequeña y el gobernador Antonio Gutiérrez debió adelantar una primera remodelación. El propósito de este post no es precisar la técnica arquitectónica ni los detalles de la remodelación, pero existe un muy buen documento del profesor Andrés Francel que describe muy bien estos aspectos técnicos: VER DOCUMENTO ANDRES FRANCEL

De acuerdo a Francel, se realizó la remodelación del edificio de la gobernación, consistente en el "bordado" de su fachada, mediante el adosamiento de molduras y pilastras para implementar el historicismo característico de comienzos del siglo XX. Esta técnica de actualización fue consecuencia de la carencia de dinero, pero buscando el concepto de "embellecimiento" urbano. De acuerdo a Francel esta remodelación significó, desde su realización, tanto un avance como una insatisfacción por la imposibilidad de realizar las obras arquitectónicas con las características ideales.

LA GOBERNACIÓN EN 1918

Seguramente hay fotos anteriores a 1918, pero en ese año la Gobernación ya remodelada quedó registrada en el monumental Libro Azul de Colombia que se imprimió en ese momento. Se destaca la entrada al edificio, donde se aprecia un escudo de Colombia. Los balcones del segundo piso están cerrados en esta foto, tomada desde la calle 10A, cerca de la reja del Parque Murillo Toro. En total, en el segundo piso habían 9 balcones, mientras que en el primero había una entrada principal, junto a 8 marcos de oficinas, cada uno de ellos adornado por un arco.



En ese mismo año 1918, el viajero Rufino Gutiérrez describía así el edificio:

"La casa de la Gobernación es un edificio grande de dos pisos, cómodo, de buena construcción, que ha sido notablemente ampliado por el actual gobernador con un segundo tramo, y no está mal paramentado; pero en algunas de las oficinas encontré poco aseo, y en los muros de los claustros han pintado por vía de adorno unos paisajes que apenas estarían bien en una chichería. El salón de Sesiones de la Asamblea; construido por el mismo Gobernador, es amplio, cómodo y tiene buen mobiliario. Uno de los anteriores Gobernadores, creo que el General Casabianca, introdujo lujoso mobiliario para las oficinas de la Gobernación, y de eso no queda nada, porque con posterioridad se lo apropiaron algunos empleados, y no de los de menor categoría."

Como ven, ya en aquellos días existían empleados que se apropiaban de los bienes públicos sin ningún pudor.

Hacia 1920 fue tomada esta segunda foto, donde se observan los 9 arcos de adorno del primer piso, así como los balcones del segundo piso. Se alcanza a apreciar el arco de entrada al Parque Murillo Toro y el famoso mango de Ibagué. También, en primer plano a la izquierda, la casa blanca vecina a la Gobernación.


Un año después de tomada esta segunda foto, fue publicada una de las fotos más lindas de esa época en Ibagué, en frente del edificio de la Gobernación, que permite observar en detalle la entrada al Parque Murillo Toro.


LA GOBERNACIÓN A FINALES DE LOS AÑOS 20

Hacia 1928 el Parque Murillo Toro había perdido sus rejas y el bello arco de entrada, traído según algunos desde Francia. El edificio de la Gobernación seguía igual. En esta tercera foto se aprecian 4 balcones del segundo piso, 2 de ellos abiertos. Se aprecian 4 arcos del primer piso.


Esta cuarta foto, fechada en1929 muestra casi todo el edificio. Se observan los 4 balcones izquierdos, el escudo central, más 3 balcones del lado derecho. Se reconocen 8 arcos en el primer piso, incluido el que está encima de la puerta principal. Como veremos, ya el edificio era pequeño para las necesidades del Departamento.


Esta quinta foto, también de 1929, muestra un gran acercamiento al edificio. Los 9 balcones, los 9 arcos, la puerta principal, los detalles del ladrillo, etc., son claramente apreciables en esta foto propiedad del Banco de la República.


LA REMODELACIÓN DE 1930

Las insatisfacciones que quedaron en la remodelación de 1903, originaron una gran reforma, el tercer edificio según Francel, construido en 1930 por el arquitecto Helí Moreno Otero, con un enfoque neoclásico. Se cambió la fachada de ladrillo, se modificaron los 9 balcones del segundo piso, se incluyó un gran escudo nacional. Se modificaron totalmente los marcos del primer piso. Sobre la base del edificio viejo, Moreno Otero hizo un notable cambio, que fue registrado por el fotógrafo Camacho Ponce en esta buena fotografía.


En esta foto de 1936, se aprecia el conjunto del edificio de la Gobernación, el Parque Murillo Toro, el palo de mango y la construcción vecina, donde funcionaba, entre otros, el Circulo Social de Ibagué.


A comienzos de los años 50, la Gobernación se mantenía en muy buen estado, pero la ciudad seguía creciendo y las necesidades de espacio eran muy grandes. La violencia política había llevado a muchas familias desde el campo hacia Ibagué y cada vez era más inminente una expansión del edificio. Así lucía la Gobernación en 1952:


LA DEMOLICIÓN DE UN EDIFICIO HISTÓRICO

Con la llegada de Gustavo Rojas Pinilla al poder, en medio de una bonanza cafetera importante, se dio un frenesí de obras públicas como muy pocas veces en nuestra historia. Ibagué no fue la excepción. El nuevo gobernador, César Cuéllar Velandia, junto con su secretario de obras, Bernardo Tello, autorizaron la construcción de un nuevo edificio para la Gobernación, a mediados de 1954.

Para ello, se utilizaron los terrenos de la vieja gobernación, la casa vecina de dos plantas donde funcionaba el Café Niza y los terrenos de las casas que habían sido de Jose María Cuervo y las hermanas Grillo, sobre la actual carrera segunda. El contrato de construcción del nuevo edificio fue desarrollado por la firma Martínez Cárdenas y Cía, de Bogotá, en un plazo de 20 meses con un costo de 5.8 millones de la época. Se construyeron 14600 m2. 

En octubre de 1954 comenzó a caer una preciosa parte de la historia arquitectónica de Ibagué. Para enero de 1955, no quedaba nada del viejo edificio.




EL ACTUAL EDIFICIO


Hacia mediados de 1958 fue inaugurado el nuevo edificio de la Gobernación del Tolima, por el gobernador Dario Echandía. El edificio sigue funcionado hoy en día, sin muchos cambios respecto a 60 años atrás. El edificio fue pensado con generosidad, aún hoy en día con todo el crecimiento de la burocracia sigue sin llenarse totalmente. Dice Andrés Francel:

"Al edificio se le han realizado algunas remodelaciones para instalar el Centro de Convenciones Alfonso López Pumarejo y sus salones anexos, con lo cual quedó desvirtuada la presencia de una planta libre en los planos originales y se reemplazó por la necesidad de un escenario para eventos multitudinarios que no fueron contemplados en 1954. Ha presentado sub utilización de su superficie por lo cual se ha pensado en arrendar algunos pisos para rentabilizarlos, lo cual evidencia enfoques diferentes entre las medidas mínimas para los espacios programados en 1954 y los requerimientos contemporáneos. Sin embargo, se han aprobado recursos para su reforzamiento estructural y se ha desarrollado una jornada para su embellecimiento en el cual han participado los funcionarios de la entidad, de lo que se deduce la vigencia del edificio como símbolo local, a pesar de las diferencias conceptuales entre el momento de su construcción y la actualidad."



RECONOCIMIENTO: Casi la totalidad de las fotografías usadas en esta crónica han sido tomadas del grupo de Facebook Fotografías Antiguas y Personajes del Tolima. He usado como fuentes algunos artículos escritos por Hernando Bonilla Mesa y Andrés Francel.

lunes, agosto 08, 2016

85 años del matrimonio de mis abuelos

"Pavita: Muchas noches, sentando en estos parques, he evocado tu carísimo recuerdo y he visto tu blanquísima silueta que se acercaba a hacerme compañía. Me la harás realmente algún día? Pedro."

Así le escribía mi abuelo Pedro Antonio Niño a su novia Paulina desde Ibagué, en agosto 4 de 1929. Mi abuelo se refería a la hermosa Plaza de Bolivar de Ibagué, donde se sentaba a pensar en Paulina Rodríguez, su novia que vivía en la lejana población de Oiba, Santander.


Como he relatado en este blog, mi abuelo había llegado a Ibagué en 1925 desde Oiba contratado por los Padres Salesianos para dirigir su Escuela de Artes y Oficios. Vivía en una pequeña casa contigua al Palacio Arzobispal, marcada en esta fotografía con el numero 1. Había dejado atrás a su prima Paulina, pero la nostalgia lo consumía y le escribía frecuentemente. Aquí les comparto una de las postales que le escribía a mi abuela:


La Plaza de Bolivar era parte importantísima del centro de la ciudad. En esos años se dio el gran paso de iluminarla de noche, cortesía de la "Luz Laserna" y el fotógrafo Camacho inmortalizó el gran paso en una hermosa postal.


A finales de julio de 1931, mi abuelo no soportó más su soledad y decidió que ya era hora de dar el gran paso del matrimonio. Había recibido varias ofertas para independizarse en Ibagué y pensó que lo mejor era iniciar una nueva etapa con su novia de tantos años. El abuelo invitó a su novia Paulina y a su hermana Luisa a hacer el viaje desde Oiba a Bogotá, para concretar las cosas. Allí en Bogotá, por telegrama, mi abuelo pidió la mano de Paulina. Fue necesario un telegrama al Obispo de San Gil para pedir la dispensa matrimonial por ser los contrayentes primos hermanos.

Mis abuelos Pedro Antonio Niño y Paulina Rodríguez se casaron en la Catedral de Ibagué, el sábado 8 de agosto de 1931, hoy hace 85 años. Después del matrimonio,  celebraron con un desayuno en casa de Rosita de Polanco, conocida de mi abuelo Pedro en Ibagué. Cuando regresaron de su luna de miel, se instalaron de nuevo en la casa contigua al Palacio Arzobispal. Allí nació mi padre, el 23 de noviembre de 1933. 



Una tarde de diciembre de 1933 llegó a visitarlos el obispo de Ibagué, Monseñor Pedro María Rodriguez. Quería comprarles la casa, para iniciar un colegio. A pesar que los jóvenes esposos estaban muy contentos en su espaciosa casa, aceptaron venderla para bien de la comunidad tolimense. Los jóvenes esposos y el pequeño recién buscaron otra residencia, para dar paso al Colegio Tolimense, que inició labores en febrero de 1934.

25 años más tarde, en agosto de 1956, mis abuelos habían formado una gran familia, orgullosamente ibaguereña. Para sus bodas de plata se tomaron esta hermosa foto, rodeados de sus 6 hijos: Humberto, Pedro Antonio, Oliva, Martha y Marina, parados, junto a Paulina, Pedro Antonio y Hernando. Hoy hace 60 años posaron para la foto, en la sala de su casa de la carrera tercera con calle 10A. Tres días después, se casaban mis papás en Bogotá.


Hermosos recuerdos de los abuelos, que vale la pena conservar. Con la llegada de Juan Ignacio Niño Cobo en abril de 2016, nació su primer tataranieto, que continuará con la tradición centenaria de la familia Niño en Colombia.



miércoles, agosto 03, 2016

El paraíso perdido - las vacaciones mortales de Sarita Ramírez

Viernes 29 de julio de 2016, 8 de la mañana. Una joven pareja de turistas llega a registrarse en la recepción del Star Resort Hotel Villas del Palmar en Cancún, México. Adicional a los empleados del hotel 5 estrellas, otros ojos registran la llegada de los dos muchachos. Un blanco fácil, es lo que detectan. Una joven pareja, ambos de 22 años, solos, enamorados, ingenuos, sin ninguna compañía adicional. Antes de 24 horas la hermosa niña habrá muerto, mientras su novio será extorsionado sin compasión.


Sarita Ramírez Bonilla era una hermosa niña de 22 años, con todo el futuro por delante. Graduada de un buen colegio en Broward County en la Florida, asistía a la universidad y trabajaba tiempo parcial en Victoria Secret. Linda y descomplicada, era nieta de una de las más hermosas mujeres que haya tenido el Tolima, Mayeyi Sendoya. Su papá, Bernardo Ramírez, arrocero, simpático, una verdadera locomotora según sus amigos. Su mamá, Maria Claudia Bonilla, una linda mechudita ibaguereña.





Las versiones son confusas, pero a la vez muy claras. La parejita estuvo todo el día en la playa, en la piscina, disfrutando del resort. A las 7 de la noche estaban juntos en la piscina. Salieron más tarde a una discoteca del hotel. Parece que el muchacho subió a su habitación, mientras que Sarita se quedó a disfrutar unos minutos más del último cigarrillo de la noche. Los caza-turistas ven la oportunidad ideal. Sarita nunca regresa a la habitación. A las 5 de la mañana, el cuerpo de Sarita es encontrado sin vida en la zona de la piscina. Según la prensa, "sin signos vitales" y "con diversos golpes y fracturas en el cuerpo". Pocos minutos más tarde, la policía entra a la habitación y acusa al muchacho de haber asesinado a su novia.


El muchacho es capturado y llevado a una estación de policía cercana al hotel. Siguiendo el patrón de muchos otros casos, lo amenazan los mismos policías, lo vuelven a extorsionar, le quitan 5000 dólares, lo llevan al aeropuerto y lo ponen en un avión rumbo a Miami, con toda clase de amenazas si dice algo. En la tarde del sábado se conoce la noticia en la Florida y en Ibagué. Una vida más se ha acabado, otra más de las muchas vidas de turistas gringos que cada año mueren asesinados en México. En este caso, una niña comenzando a vivir, que llenaba de alegría a abuelos, padres, familia adoptiva, hermano y a su comunidad entera.


Según las versiones del hotel y la policía, Sarita decidió saltar del sexto piso, bajo la influencia del alcohol. Nada parece corroborar esa versión, dice la familia. El cuerpo no presenta los naturales signos de una caída de gran altura. Por el contrario, los signos corresponden a golpes típicos de tortura. La familia dice que ni el hotel ni las autoridades mexicanas han colaborado al esclarecimiento de los hechos. Todo corresponde a los parámetros que se han vuelto comunes en Cancún y otros sitios turísticos en México: extorsión, corrupción, violaciones, en medio de droga y licor desenfrenado. 



Todos hemos oído historias aterradoras de las excursiones de colegio colombianos, donde los muchachos llegan a estos paraísos a beber una semana completa, mientras los padres rezan porque todos vuelvan vivos. Las extorsiones en la llegada al aeropuerto, con amenazas de meter droga en el equipaje si no se pagan grandes sumas. Las llamadas a la habitación anunciando que ya va a subir la policía por un supuesto delito, como le pasó a una sobrina mía, que pudo huir despavorida pues tuvo el tino de salir corriendo antes de que llegaran a buscarla.

México recibe muchos turistas, solamente provenientes de Estados Unidos llegan casi 30 millones al año. Muchos dirán que cientos de asesinatos al año son pocos y que a la gran mayoría de la gente le va muy bien. Es un pobre consuelo para familias tan queridas como la de Sarita Ramírez Bonilla. 

Incluyo, para los que tienen facebook, un video que hizo un amigo en homenaje a Sarita:

lunes, julio 25, 2016

Juan Mario Laserna

La lamentable muerte de Juan Mario Laserna trae a mi memoria una anécdota del año 1967 con mi papá, Humberto Niño, médico pediatra en Ibagué. Una noche de septiembre de 1967, hacia las 4 de la mañana, me despertó mi papá y me dijo: "camina me acompañas a hacer una consulta y de paso conoces a un gran colombiano" Yo tenía 10 años.

Salimos de Ibagué, tomamos la vía hacia Buenos Aires y cerca de las 5 de la mañana llegamos a una gran finca. Un señor varios años mayor que mi papá nos salió a recibir, muy preocupado pues su pequeño bebé recién nacido estaba enfermo. Mi papá atendió al bebé, le recetó algún remedio y calmó al asustado padre. Luego, mi papá y el señor charlaron un rato, principalmente del gobierno de Carlos Lleras y del hospital que mi papá y otras personas querían hacer en Ibagué para recordar la memoria del abuelo del presidente, Federico Lleras Acosta.

La gran finca era la Hacienda La Palma, histórica propiedad en la meseta de Ibagué. El señor asustado era Mario Laserna Pinzón, fundador de la Universidad de Los Andes. El pequeño bebé enfermo era Juan Mario Laserna, muerto hoy a 5 minutos de aquella hermosa finca.


Juan Mario Laserna pertenecía a una familia vinculada al Tolima por más de 100 años. El primer Laserna llegó de Rionegro, Antioquia y se radicó en Ibagué apenas terminada la Guerra de los Mil Días.  En 1908 don Francisco Laserna, don Telésforo Jiménez, don Gabriel y don Manuel Mejía, y don Julio Rubio, todos ellos de origen antioqueño, menos el último, obtuvieron licencia del Concejo para tomar agua del río Combeima y llevarla llano abajo hasta la finca llamada La Palma, que había comprado el señor Laserna. Así comenzaba la irrigación de la meseta de Ibagué, hoy en día una de las tierras más fértiles del mundo entero, por cuenta de la visión de don Francisco Laserna. Durante más de 10 años estuvo solo, pues ningún otro propietario quería contribuir económicamente. En los años 20s, la Hacienda La Palma era ya una hermosa realidad y Francisco Laserna Bravo uno de los hombres más ricos del Tolima.

En 1917 Francisco Laserna compró a Hernando Villa la empresa de alumbrado público de Ibagué. El alumbrado se había inaugurado el 20 de julio de 1908, pero funcionaba muy mal. El primero de marzo de 1917 traspasó Villa la empresa a los señores Laserna y Compañía. La concesión estaba vigente por 60 años, así que durante varias décadas los tolimenses tuvimos que ver con la "Luz Laserna".

En 1923 Francisco Laserna, entonces de 57 años y su esposa Elena Pinzón viajaron a Paris, donde nació el último de sus 7 hijos, Mario Laserna Pinzón. Mario fue uno de los intelectuales más valiosos de Colombia y fundó la Universidad de Los Andes en 1948. Mario, graduado en matemáticas, física y humanidades de la Universidad de Columbia (Estados Unidos), magíster en filosofía de la Universidad de Princeton (EU) y doctor en filosofía de la Universidad Libre de Berlín (Alemania) fundó la Universidad cuando tenía 24 años de edad.


Gracias a su persistencia logró además para la Universidad, un Consejo Consultivo formado por personalidades mundiales como Thornton Wilder, escritor estadounidense; John Von Neumann, matemático húngaro-estadounidense; y Albert Einstein, físico estadounidense – suizo de origen alemán.  Luego de la fundación de la Universidad viajó a Estados Unidos para estudiar una maestría en filosofía, que terminó en 1952. Un año después, fue nombrado rector de la Universidad de los Andes, cargo que ocupó hasta 1954.


En 1963 obtuvo un doctorado en filosofía en la Universidad Libre de Berlín (Alemania) y regresó a Colombia. Posteriormente, fue de nuevo rector de Los Andes, esta vez en calidad de encargado; así como concejal de Bogotá y de Ibagué, director del diario La República y embajador de Colombia en Francia y Austria. En esos años fue que mi papá y Mario Laserna se reunieron en mi presencia en La Palma.

En 1991 fue elegido senador de la República y, posteriormente a su período en el Congreso, volvió a Estados Unidos como investigador del Instituto Santa Fe en Nuevo México. En 2003, el presidente Álvaro Uribe Vélez le entregó la Gran Cruz de Boyacá por sus aportes al país desde la educación, la diplomacia y la política. Murió en Ibagué, el 16 de julio de 2013.

Juan Mario, su único hijo varón, era fruto del matrimonio de Mario Laserna con Liliana Jaramillo. Cuando recién cumplía sus 23 años, Juan Mario recibió el título de economista en Yale; a los 29 años logró un MBA de Stanford University. Fue consultor del BID (2003), director de Crédito Público, viceministro de Hacienda y ministro encargado varias veces, asesor de dos jefes de Estado: César Gaviria y Andrés Pastrana; asesoró también al expresidente César Gaviria en 1994 cuando fue elegido como secretario General de la OEA; y después fue uno de los siete miembros de la junta directiva del Banco de la República. 

Esta fue la intervención en el entierro de su padre en la Catedral de Ibagué, el 17 de julio de 2013:



Mañana 26 de julio de 2016, tres años después de esta despedida a su padre, los tolimenses volveremos a reunirnos en la Catedral de Ibagué, esta vez a dar el último adiós a una gran promesa del país, a un digno descendiente de la tradición centenaria de la familia Laserna en el Tolima.

sábado, julio 09, 2016

Primer vuelo postal a Ibagué

En días pasados encontré en el Foro de Fotografías antiguas del Tolima una foto de uno de los primeros aviones que aterrizó en Ibagué, foto publicada por Mauricio Vila Mejía el 11 de julio 2012. Investigando, pude reconstruir la historia de esta hermosa fotografía:


Se trata de un avión De Havilland DH.60 Moth (‘polilla’ en inglés), un biplaza ligero de turismo británico de la década de 1920, comprado por la compañía de aviación SCADTA en 1929, incorporado al servicio con el numero C-34, que puede ser apreciado debajo de la estructura inferior del avión. Fue adquirido el 19 de septiembre de 1929 y bautizado como "Gaviota".

PRIMER VUELO POSTAL A IBAGUÉ

El día 23 de octubre de 1929 este avión hizo el primer vuelo postal entre Bogotá e Ibagué. Estos son sobres que fueron emitidos ese histórico día:



Como se puede apreciar, el avión hizo un primer vuelo Bogotá - Ibagué, entregó el correo, para posteriormente ser exhibido al público en el improvisado campo de aviación La Brisa, hoy barrio Las Brisas de Ibagué. En horas de la tarde regresó a Bogotá, con otro paquete de correo.

PRIMER VUELO POSTAL A ARMENIA

El 21 de diciembre de 1929, dos meses después del vuelo a Ibagué, este mismo avión hizo el primer vuelo postal Bogotá - Armenia, al mando del piloto alemán Burckardt. Ese día fue emitido el siguiente sobre:


PRIMER VUELO POSTAL A BUGA

El mismo 21 de diciembre de 1929, horas después de haber estado en Armenia, el "Gaviota" continuó hacia Buga. De ese día quedaron estos testimonios:



Esta foto pertenece al archivo departamental de fotos del Valle del Cauca, entidad a la que se la da crédito en esta publicación.

ACCIDENTE 

En 1930, antes de cumplir un año de servicio, el "Gaviota" sufrió un accidente que lo dejó fuera de servicio. No hay constancia de la fecha exacta del insuceso.


Aquí una magnífica foto a color de un "polilla" De Havilland, como el que viajó a Ibagué, Armenia y Buga a finales de 1929.