La dolorosa noticia de la temprana desaparición de Silvia Buenaventura Sendoya me ha dejado muy conmovido. Retrocedí en el tiempo hasta aquellos maravillosos años de comienzos de los 70s, cuando tuve la fortuna de pasar mucho tiempo al lado de la familia Buenaventura Sendoya, en el hermoso barrio de Cadiz en Ibagué.
Mi primera novia, aquel amor de los 15 años que jamás se olvida, fue Helena Buenaventura Sendoya. A su lado conocí la casa de Jaime Buenaventura y Belencita Sendoya, así como a Julita, Silvia, Jaime Alberto (QEPD) y María Victoria. Una casa llena de música, allí conocí a Eydie Gorme y Los Panchos, a Jose Alfredo y Alicia, aprendí a apreciar boleros y rancheras, allí di mi primera serenata. Era la clásica visita en la sala, con Julita y Silvia actuando discretamente como chaperonas.
Cuando iba a Ibagué, muchas veces coincidía con Silvia. Siempre amable, siempre sonriente, me transmitía todo el cariño de aquellos años pasados. Era verla y volver a transportarme en el tiempo. La veía en fotos de amigos ibaguereños y siempre tenía aquella hermosa risa, que transmitía bondad. Nunca supe que estuvo enferma, nunca pude pedir por su salud. La noticia de su muerte me llegó ayer en la mañana y el dolor y las lágrimas me invadieron. Descansa en paz, Silvia, que tu sonrisa y tu recuerdo nos sigan acompañando toda la vida. Abrazos a Julita, Helena y María Victoria, a sus familias y a todos los amigos de nuestra hermosa Silvia.