miércoles, octubre 08, 2014

Un año sin Rafael Albornoz

Hoy hace un año murió mi suegro. Estas fueron las palabras que pronunció mi hijo Daniel Humberto Niño en el funeral de su abuelo:

Me tomo el atrevimiento de decir unas palabras en nombre de todos mis primos para esa persona tan maravillosa que tuvimos el privilegio y honor de llamar abuelo.

Abuelito, a pesar de el gran vacío que nos dejas en el alma, nos alegra enormemente que ya estés descansando, que te reencuentres con todos tus hermanos y vuelvan a tener esas eternas charlas que tanto disfrutabas.

Me considero afortunado, porque entre tus 17 nietos, los más grandes alcanzamos a verte activo, un hombre que le encantaba caminar por Acarigua acompañado de su bastón, un sombrero y una manada de perros alegres. Un abuelo cariñoso que cada vez que pasábamos por el pueblo de La Mesa lo anunciabas con bombos y platillos indicando que íbamos por “La Mesa que tanto pesa” señal infalible de que faltaba poco para llegar a la finca.

Recuerdo tu cajón lleno de chocolates el cual siempre estaba abierto para que nosotros cogiéramos cuantos quisiéramos, recuerdo tus metidas en la piscina cuando ya poco veías pero seguías nadando como pez en el agua. Acto seguido te metías al jacuzzi en donde te traían un vaso de whisky lo cual indicaba que teníamos que parar de salpicar. Luego seguía la clásica frase “a dormir el noticiero”

Siempre te preocupaste por todos nosotros, no solo tus hijos y nietos pero toda la familia, tus hermanos, sus hijos, tus empleados y en general con el bienestar de toda la comunidad. De ti aprendí el valor de la familia, de la humildad y la sencillez.

Hasta en tus últimos años recordabas muchos detalles de la situación de cada nieto, que unos están por México otros en Houston, Boston, Barcelona, Canadá y el resto en Bogotá, y cuando íbamos a verte eras feliz conversando y preguntándonos acerca de nuestras vidas. Recuerdo especialmente la entrevista que te hicimos con motivo del protocolo de familia, me impresionó como pasaste de ayudar en la Tienda El Candado de tu papá a tener yo no sé cuantas cabezas de ganado en los Llanos.


Verte acostado en una cama nos ponía muy tristes, mas sabiendo cuanto te encantaba cabalgar y caminar por el mundo. La frase "estoy fregao", nos partió el corazón mil veces, pero un fuerte apretón de manos y un "te quiero mucho" nos hacia sacar una sonrisa.

Abuelito, gracias por todas las enseñanzas, por todo el amor brindado a cada uno de tus nietos y por nunca dejar de luchar, creo que cada uno de nosotros ha aprendido eso de ti y lo aplicará toda la vida.

Hasta en tus últimos días estuviste pendiente de mi matrimonio, querías un vestido nuevo y andabas pensativo porque la abuela no me había comprado un regalo de tu parte y estabas decidido a regalarme tu propia cobija.

Acá queda tu gran familia, tu maravillosa esposa, nuestros padres amorosos y tus nietos adorados. Prometemos seguir tus pasos, siempre queriéndonos y respetándonos los unos a los otros, como tu lo hiciste toda la vida.

Primos, ahora tenemos un angelito que desde el cielo siempre nos cuidará.

Te queremos abuelito, ya es hora de descansar