Esta buena foto de 1975 de mi amigo Layo Carvajal con una de las más pintorescas ibaguereñas de la historia, Doña María, más conocida como La Guacharaca, me trajo al recuerdo un par de anécdotas relacionadas con este personaje y nuestra mascota de aquellos tiempos, un loro amazónico llamado Pastor.
Doña María Tovar, La Guacharaca, recorría las calles del centro de Ibagué armada de un palo, que no dudaba en usar contra los muchachos que la molestaban. Su vocabulario era un compendio de todas las groserías del Real Diccionario de la Lengua, más varias perlas de su invención. En los comienzos de los 70s sus expresión favorita era "roba costales, roba gallinas, chichipastranistas hijuep...", que no dudaba en gritarlo a cuanto transeúnte pasaba a su lado. Layo logró convertirla en su amiga y ella visitaba con frecuencia la librería de Carlos Enrique Vila y Martha Carvajal, situada cerca del Circulo Social de Ibagué.
Nuestro apartamento en aquellos días quedaba en el Edificio de la Beneficencia del Tolima, en un costado del Parque Murillo Toro, donde La Guacharaca gritaba el día entero. Nuestro loro se la pasaba enjaulado en el balcón que daba sobre el parque. Un día, en plena visita de unas amigas de mi mamá, Pastor sorprendió a toda la concurrencia gritando "roba costales, roba gallinas, chichipastranistas hijuep..." a todo lo que le daba su voz de loro. Nosotros nos revolcábamos de la risa, mientras mi mamá no sabía que hacer de la vergüenza. Pastor aprendió todo el repertorio de La Guacharaca y cada vez que podíamos hacíamos la demostración para nuestros amigos.
Un día, mientras le cortaban las grandes alas a Pastor, mordió a nuestra empleada y salió volando desde el octavo piso de nuestro edificio. La conmoción fue total. Por la dirección del vuelo vimos que debía estar en la Plaza de Bolivar, llena de grandes árboles. Allá llegamos y después de un buen rato lo localizamos en una de las ramas más altas. No se como, pero llegaron dos carros de bomberos a rescatar a Pastor. El tránsito se paralizó en la carrera tercera, mientras se hacía la operación de rescate. Todo un acontecimiento en la bella ciudad que era Ibagué a comienzos de los 70s.
Mi abuela Paulina, que vivía entre el Parque Murillo y la Plaza de Bolivar, ya estaba enterada de la desaparición de Pastor. Se sentó a rezar el rosario con mi tía Luisa y con su empleada, Helena Neira, a pedir por el rescate de Pastor. Estaban en el tercer misterio cuando de pronto entró por la ventana una gran ave, con grandes aleteos. Era Pastor! Las tres señoras no paraban de gritar Milagro! Milagro! y se santiguaban dando gracias a la Virgen María. El loro se quedó dentro de la casa y allá llegamos nosotros y un par de bomberos a enjaularlo. Pastor protestaba gritando "roba costales, roba gallinas, chichipastranistas hijuep...", mientras mi abuela apenas se sonrojaba.
Días felices de nuestra adolescencia. La Guacharaca ha sido homenajeada con una estatua en Ibagué, todo un reconocimiento a su "trayectoria profesional". Falta que nosotros le hagamos también un homenaje a Pastor, su alumno más aplicado.