
En
octubre de 1972 yo era un muchachito de 15 años, dedicado completamente al
deporte del bolo. Jugaba al menos 5 o 6 líneas al día, con unas bolas
terribles, que me deformaron completamente el dedo medio de mi mano derecha.
Era jugador de primera categoría en Ibagué y me la pasaba en la bolera del
Círculo Social, donde aparte del bolo aprendí de rancheras, tangos y obviamente
mucho de música setentera.
El
sábado 28 de octubre estaba muy pendiente de la pelea de un boxeador que no era
muy conocido en Colombia, pero del que yo si sabía porque devoraba las páginas
deportivas de la prensa nacional. Mientras jugábamos bolos esa noche en el
Círculo, estábamos muy pendientes de la narración radial desde Panamá. José, el
barman, aquel que nos enseñó tantas cosas de la vida nocturna, nos daba
reportes cada round. En el décimo asalto, José nos llamó a gritos. Peppermint
Frazer, el campeón mundial, había caído! Saltamos de la cancha hacia donde estaba
el radio y oímos en directo la segunda y la tercera caída. Que emoción tan
grande, un colombiano era campeón mundial de boxeo! Suspendimos el bolo y nos
dedicamos a celebrar aquel triunfo, en aquella Colombia donde era exótico que
un compatriota triunfara a nivel mundial.
Muchas
noches desde aquel triunfo vimos triunfar a Pambelé. Sus 12 defensas fueron un acontecimiento, con reunión de amigos, banderas, pitos, orgullo patrio, etc.
Pambelé se paseó por el mundo del boxeo derrotando a los más grandes. Recuerdo en
especial su defensa contra Nicolino Locche, en marzo de 1973. Nicolino era una
boxeador argentino muy experimentado, que no se dejaba tocar de sus rivales.
Había sido campeón mundial y había derrotado a Pambelé por puntos en 1971, en
el Luna Park de Buenos Aires. En el 73, Pambelé lo destrozó en su primera
defensa, obligando a Nicolino a retirarse del boxeo.
Con
la fama, Pambelé comenzó a descomponerse. En marzo de 1976 lo vi perder su
título frente a un jovencito de 17 años, Wilfredo Benítez de Puerto Rico. Sacó
fuerzas para recuperar su título nuevamente y lo sostuvo hasta agosto de 1980,
cuando fue apaleado por Aaron Pryor en Cincinnati. No recuerdo haber visto esa
última pelea, ya no despertaba tanto interés y entusiasmo como 8 años atrás. Con
esta derrota comenzó la caída libre de Pambelé, que se convirtió en un
drogadicto, recorriendo las calles de Cartagena, buscando pleito con el que se
encontrara. Viajó varias veces a Cuba buscando salir del vicio, al que
periódicamente volvía.
En 1990, en un viaje de trabajo debí tomar un bus entre
Barranquilla y Cartagena. Cerca de Cartagena se subió al bus un hombre con los
ojos enrojecidos, mal afeitado, con
vestimenta en muy mal estado y evidentemente drogado. Muy triste, reconocí en
aquel hombre a mi antiguo ídolo Kid Pambelé. Se sentó cerca de mi, pero nadie en el bus le dirigió la palabra, ni trató de mirarlo.
He
leído en estos días que Pambelé se reconcilió con la vida, que no tiene nada
del dinero que ganó en su carrera, que vive tranquilo en Turbaco, donde han ido
a buscarlo por cuenta del aniversario de su título. El dice ahora después de
sus días de gloría y de infierno: de vainas estoy vivo….
Grande,
Pambelé, nos enseñaste a triunfar, también a mirar que cosas terribles produce
la droga. Kid Pambelé es uno de los lindos recuerdos de mi juventud, ojalá
termine en paz y tranquilidad su paso por el mundo