Siempre vuelvo al Refugio Alpino cuando tengo nostalgia de los años 70s. El restaurante está congelado en el tiempo, el mismo ambiente de cuando iba invitado por mi padre hace 35 años. La misma carta, impecable comida francesa, recetas comprobadas, sin falla alguna. El lomito alpino, el steak bernaise, la sopa de cebolla. Toda la carta es buena, vayan sin dudarlo.