martes, febrero 10, 2015

Funerales de Olaya Herrera pasaron por Ibagué en mayo de 1937

Hoy encontré una foto de Mauricio Vila Mejía en el Foro de Fotos Antiguas del Tolima, que muestra el cadáver de Olaya Herrera pasando por la población de Cajamarca. No había leído nunca sobre el tema y encontré algo que hoy parece asombroso: Olaya Herrera murió en Roma el 18 de febrero de 1937 y fue enterrado en Bogotá en mayo 20 de 1937. Tres meses duró su entierro, que incluyó el traslado de Roma hasta Nueva York por barco, luego fue traído a Panamá, atravesó el Canal hasta Buenaventura y luego recorrió la ruta Buenaventura - Cali - Armenia - Ibagué - Bogotá, para finalmente ser enterrado en la capital. La viuda y las hijas tuvieron que atender múltiples sepelios, largas caminatas, recibir millares de saludos de pésame, en un entierro que no creo que tenga muchos paralelos en la historia.

El traslado en Colombia fue filmado casi en su totalidad por los hermanos Acevedo e incluye algunos segundos del Ibagué de 1937, que incluyo en este post.

Olaya Herrera era una inmensa figura popular al momento de su muerte. Primer presidente liberal después de una larga hegemonía conservadora, tenía apenas 56 años a su fallecimiento. Víctima de una trombosis, se había debatido una semana entre la vida y la muerte, hasta que falleció en la mañana del jueves 18 de febrero de 1937, cuando ocupaba la Embajada de Colombia en Roma. Los periódicos colombianos anunciaron la muerte con grandes titulares.


Se anunció ese mismo día que el cadáver sería embalsamado y enviado a Colombia. Olaya Herrera, minutos antes de su muerte, había expresado que quería ser enterrado en Bogotá. Se anunció por parte de la Embajada que habría capilla ardiente y posteriormente exequias en la Iglesia Romana de Santa María de Los Angeles, el sábado 20 de febrero de 1937, a las 10 de la mañana.


Al sepelio en Roma asistió todo el Cuerpo Diplomático, cientos de colombianos y muchos curiosos. Simultáneamente se realizaron ceremonias en Bogotá y otras ciudades colombianas. El cadáver, envuelto en la bandera colombiana, fue enterrado temporalmente en el cementerio romano de Campoverano. 40000 personas, prácticamente Bogotá entera, estuvo presente en la ceremonia de homenaje a Olaya Herrera. Se anunciaba que en pocos días el cadáver sería trasladado a Bogotá.


La hija soltera de Olaya Herrera, María Olaya Londoño, se encontraba en Nueva York en el momento de la muerte de su padre. Ella pidió trasladarse a Roma en transatlántico, para acompañar a su madre en el proceso de traída de los restos de su padre a Colombia. El 28 de febrero se anunció que el abogado tolimense Dario Echandía, que era Ministro en ese momento, ocuparía la Embajada ante la Santa Sede, reemplazando al fallecido Olaya Herrera. 


Con este nombramiento, el viaje de la hija del presidente y otros acontecimientos, se decidió tomar las cosas con calma. Echandía pidió que lo esperaran en Roma, para poder dar un homenaje en esa ciudad a Olaya Herrera. Pero demoró su viaje hasta que se definió la candidatura liberal a la presidencia, pues un sector del liberalismo quería que el tolimense fuera presidente. Cuando fue elegido Santos, Echandía salió para Roma, el 6 de abril de 1937, por la vía Bogotá - Barranquilla - Nueva York - Nápoles - Roma. Allí llegó y se posesionó de su cargo y despidió el cadáver de Olaya Herrera.



Solo hasta finales de abril se trasladó el cadáver desde Roma hasta Nueva York, donde llegó el 8 de mayo. El día 9 el cadáver estuvo en capilla ardiente en Nueva York, preparando su traslado a Colombia.


El jueves 13 de mayo llegó el féretro a Balboa, a bordo del vapor de la Grace Line "Santa María". Allí lo esperaba el Vapor "Santa Lucía", que sería escoltado por el buque escuela "Cúcuta" y el destroyer "Caldas", en el trayecto hasta Buenaventura. A bordo del "Santa Lucía" viajaban la viuda y las hijas de Olaya Herrera, junto a dignatarios colombianos. Mientras tanto, el trimotor presidencial 625 viajaba a Buenaventura con el Ministro de Guerra Alberto Pumarejo, el tolimense Antonio Rocha, presidente de la Corte Suprema de Justicia y otros miembros del gobierno.



La llegada al puerto de Buenaventura en la madrugada del 15 de mayo fue impresionante. El Vapor "Santa Lucía", el buque escuela "Cúcuta", los destroyer "Caldas" "Carabobo", todos con las banderas colombianas a media asta, más 10 aviones Falcon y los dos aviones presidenciales 621 y 65, pasando por encima del barco que conducía los restos del presidente, recibieron en territorio colombiano a Enrique Olaya Herrera. A bordo, doña Teresa Londoño de Olaya, Lucía Olaya de Aya y María Olaya Londoño comenzaban a recibir a los dignatarios que subían a bordo del "Santa Lucía". La Escuela Naval de Cadetes recibió en formación al féretro presidencial, mientras sonaban 58 cañonazos. La banda del regimiento Junín ejecutó el himno nacional mientras descendían el féretro del barco.



En la misma mañana del sábado 15 la gran comitiva formada por el gobierno emprendió el viaje a Cali por tren, donde se efectuaron exequias en la iglesia de San Francisco en horas de la tarde. Una revista aérea de 15 aviones acompañó el desfile por las principales calles de Cali. El domingo 16 hubo necesidad de hacer otro funeral en Cali, ante la insistencia popular. Solo en la tarde del lunes 17 pudo salir el tren expreso hacia Armenia, donde fue recibido a las 8:30 de la noche, pues en cada estación de tren del Valle del Cauca se le hizo un homenaje al cadáver. 40000 personas esperaban a Olaya Herrera en Armenia, pues había llegado gente de Pereira, Manizales y otras poblaciones de Caldas.

El martes 18 de mayo el féretro salió de Armenia hacia Ibagué, en un camión cargado con cinco quintales de flores. Cientos de carros formaban el cortejo fúnebre. Mauricio Vila ha publicado una hermosa fotografía del paso del cortejo por la población de Cajamarca, que aquí reproduzco:


Ecos del Combeima transmitió todo el desplazamiento de la caravana mortuoria al estilo de como se haría 25 años más tarde en las Vueltas a Colombia. En el tren de Bogotá llegaron dos toneladas de flores, que se vendieron enseguida. Más de 200 coronas esperaban al cortejo en la Catedral. Todos los edificios públicos de la ciudad y muchísimas casas particulares de Ibagué tenían banderas con crespones negros. El cadáver llegó a Ibagué a las 3: 45 de la tarde del martes 18 de mayo de 1937.

Más de 100 automóviles de la ciudad habían esperado al cortejo en Coello. El desfile lo encabezaba el carro con las hijas del presidente Olaya Herrera, seguido por el catafalco, los dignatarios nacionales, representantes del gobierno departamental, así como de gremios y asociaciones de la ciudad. A la catedral llegaron más de 200 vehículos. El ataúd fue conducido al interior de la catedral en hombros de marinos que venían acompañando al cadáver desde Buenaventura. A las 6 de la tarde la carrera tercera estaba totalmente colmada de público que quería ingresar a la catedral. La multitud se desplazaba también hacia el Hotel Europa, donde estaba alojada la familia presidencial. Ibagué no durmió aquella noche, velando los restos del gran presidente.




El miércoles 19 la ciudad se levantó temprano, pues el oficio fúnebre arrancó a las 8:30 de la mañana. La orquesta y las masas corales del Conservatorio del Tolima ofrecieron un solemne y sentido concierto, el más impactante de todos los que se habían dado a lo largo del homenaje colectivo que Colombia le hacía a Olaya Herrera.


Se inició entonces un desfile carrera tercera abajo, hasta la estación del tren. Las multitudes a lo largo de nuestra calle principal eran impresionantes. La Estación del tren también estaba colmada de gente. Ibagué cumplía con un gran homenaje a la memoria del patricio boyacense.




El paso del sepelio de Olaya Herrera fue registrado por los hermanos Acevedo, aquí les anexo un link a los 25 segundos de filme que se captan de ese acontecimiento histórico:


El cádaver llegó esa noche a la estación de La Esperanza. Al día siguiente, 20 de mayo de 1937, se le hizo un impresionante homenaje en la Plaza de Bolivar y Catedral de Bogotá.

La esposa y las hijas de Enrique Olaya Herrera, junto a Lorencita Villegas de Santos


Otros tiempos, donde se rendía un homenaje popular de este tamaño a políticos que cambiaron la historia de nuestro país. Creo que esta historia merecía ser contada.

ENTIERRO DE ALBERTO CASTILLA

Tres semanas después de estos acontecimientos, Ibagué vivía otro gran sepelio, esta vez de alguien muy cercano y entrañable. A los 54 años de edad y también de un derrame fulminante, moría el Maestro Alberto Castilla, el jueves 10 de junio de 1937, a las 7:30 de la noche.

Castilla se encontraba cenando en casa de Emma de Melo, cuando comenzó a sentir fuertes dolores. Se llamaron de emergencia a los doctores Medina Ordóñez y Plinio Rengifo, que lo encontraron ya muy mal. Murió en minutos, creando gran consternación en la ciudad. 

Sus exequias se celebraron el sábado 12 de junio, también con asistencia multitudinaria. Encabezados por el gobernador saliente Juan e. Largacha y por el entrante Jose María Barrios, los tolimenses dieron el último adiós a uno de sus más grandes hombres. 300 damas de la sociedad ibaguereña hicieron calle de honor, vestidas de riguroso luto. El obispo Jose María Rodríguez presidió la celebración en la Catedral, colmada otra vez de coronas de flores. 


Las masas corales del Conservatorio volvieron a brindar un majestuoso concierto, esta vez en honor de su admirado Maestro. El féretro fue cargado por alumnos del Conservatorio, que se turnaban de vez en cuando en el camino hacia el cementerio de Ibagué. A las 12 del día de ese sábado llegó el cadáver al cementerio, donde la oración principal estuvo a cargo de Manuel Antonio Bonilla. 

Aquí hay una foto del momento de otra oración fúnebre, que pronunció en nombre del gobierno departamental Alberto Camacho Angarita, publicada en el Foro de Fotografías Antiguas del Tolima por María Victoria Bonilla Varón. Justo al lado del orador, con cabeza blanca, está el Maestro Manuel Antonio Bonilla.



ÑAPA

Aunque es claro que echando de para atrás uno termina siendo pariente de todo el mundo, no dejan de sorprenderme los descubrimientos que hace uno con los buenos programas de genealogía que hay en Internet. Yo uso Geni para hacer investigaciones, que casi siempre resultan inesperadas. Sabiendo que Olaya Herrera era boyacense, lo mismo que mis ancestros Niño, tiré un anzuelo a ver que pescaba. Encontré lo siguiente:

Domingo Rodríguez de Lago fue un gallego, que nació en Ferrol en el año 1684. Vino a América en 1702 y se instaló en Tunja en 1705. Fue Teniente de Navío, Corregidor y Juez de Sogamoso. Se casó en Tunja con Juana María Vargas Guzmán, la hija del Alcalde de la ciudad. Tres de los hijos de ese matrimonio tienen importancia para la investigación que realicé:

1. Angela María Rodríguez del Lago y Vargas, se casó con Juan Manuel Muelle. Tuvieron una hija, María Catarina Muelle Lago, que a su vez se casó con Juan Agustín Niño Alvarez. Su hijo Juan Nepomuceno Niño Muelle es mi antepasado más ilustre en la ciudad de Tunja, habiendo sido presidente del Estado Soberano de Boyacá. Fue fusilado por Pablo Morillo en noviembre de 1816.

2. Rosa María Rodríguez del Lago y Vargas, se casó con Francisco Camacho Solórzano. De ese matrimonio nació Maria Teresa Camacho y Lago. Maria Teresa se casó con su pariente Juan Nepomuceno Niño Muelle, mártir de la independencia. De ese matrimonio descendemos los Niño de Oiba, como lo he relatado en otras crónicas.

3. Jose Manuel Rodríguez del Lago y Vargas, se casó con Josefa Vélez Ladrón de Guevara. El tataranieto de ese matrimonio fue Emeterio Lorenzo Olaya Ricaurte, que se casó con Emperatriz Herrera Medina. Emeterio y Emperatriz son los padres de Enrique Olaya Herrera.

Resumen: Olaya Herrera viene a ser primo quinto de mi bisabuelo Jesús Niño Pacheco. Una razón más para contar la increíble historia de su viaje final.