martes, junio 10, 2014

Mi Mundial de 1994

Mi Mundial de 1994 comenzó realmente unos meses antes, el 5 de septiembre de 1993. Ese domingo invité a mi casa a un grupo de amigos a ver el partido Argentina - Colombia, que definía la clasificación al Mundial de Fútbol de 1994. 

Como todos recuerdan, Colombia ganó 5-0 en Buenos Aires. La locura en mi casa fue total, nos cansamos de tanto gritar y celebrar. Ese partido es, sin duda alguna, el más grande que jugó Colombia en todo el siglo XX. Nos creíamos campeones mundiales.

En enero de 1994, en una larga noche de vacaciones en Anapoima, tomamos la decisión de ir al Mundial. Estados Unidos estaba cerca, la economía iba bien, había posibilidad de vacaciones, teníamos ahorros, era el momento ideal. Organizamos todo, no recuerdo como fui capaz de comprar las boletas a larga distancia, conseguí un buen hotel en Huntington Beach y nos fuimos 10 personas rumbo a Los Angeles: Los 4 Niño Albornoz (Valeria aún no llegaba), los 4 Rodríguez Pérez, mi cuñada Rocio y mi primo Carlos Augusto. La emoción y la expectativa eran muy grandes.



El Viaje

El viernes 17 de junio de 1994 estábamos a las 4 de la mañana en el Aeropuerto El Dorado, donde a esa hora había largas filas para abordar el vuelo de Continental Bogotá-Houston-Los Angeles. Salimos corriendo de la casa, pues falló un despertador y nos levantamos de milagro. En el aeropuerto fue claro que los gringos de Continental no tenían ni idea que era un Mundial y los cogieron completamente con los calzones abajo en aquella ocasión.

No tenían ni idea de las pelucas del Pibe Valderrama, de las botas para tomar trago, de la ola, ni nada de lo que somos capaces de hacer los colombianos dentro de un avión en vísperas de un Mundial. La histeria de los encargados de organizar el vuelo era evidente y nos tomó un largo tiempo salir de Bogotá. Hubo una larga parada no esperada en Panamá, que nadie de Continental se había molestado en anunciar. Con todos los retrasos, llegamos a Houston muy tarde y todos los que íbamos para Los Angeles perdimos la conexión. El siguiente vuelo salía 7:30 de la noche y allí nos acomodaron a todos los colombianos.

Los gringos no sabían lo que habían hecho. Más de 100 colombianos quedamos atrapados 6 horas en el aeropuerto de Houston, sin otro programa que ver el partido inaugural del Mundial, Alemania-Bolivia y beber todo lo que cayera en sus manos en esa tarde. Nosotros vimos el partido, sufrimos con la expulsión del Diablo Echeverri a los 3 minutos y con la pérdida del primer equipo suramericano, 1-0.

El vuelo a Los Angeles fue una pesadilla. De los más de 100 colombianos, solamente estábamos sobrios nosotros 10. La gente hacia la ola, saltaban en los pasillos, gritaban como locos. Las azafatas no sabían que hacer. Aparecieron unos alguaciles, que no sabía yo hay en muchos aviones, tratando de controlar a los revoltosos. Para completar el caos, Continental tenía en esa época un lema "Fly for peanuts", que consistía en solo dar un paquetico de maní en las 3 largas horas de vuelo. Llegamos a Los Angeles de milagro, hacia las 11 de la noche, casi 24 horas después de salir de Bogotá.

Margo Ferris en 2013
En Los Angeles tuvimos la primera buena noticia del día. Margo Ferris, una amiga que habíamos conocido en un crucero por el Caribe, se había tomado la molestia de ir al aeropuerto a recibirnos. Margo nos acomodó a los 10 en su minivan y nos llevó hasta la oficina de alquiler de carros, que estaba cerca del aeropuerto. Ya estaba cerrada. Nuestra amiga nos llevó entonces hasta el hotel, casi una hora de camino. No solamente ese día, sino durante toda nuestra estancia en Los Angeles, Margo y su familia fueron nuestros anfitriones, con múltiples detalles y atenciones.

Colombia - Rumania

Al día siguiente, sábado 18 de junio, madrugamos los dos jefes de familia y fuimos a reclamar la van que habíamos alquilado. Larga y espaciosa, suficiente para los 10 viajeros, nos acompañó muy bien durante nuestra estancia en el Mundial. En ella emprendimos el viaje hacia Pasadena, donde está situado el Rose Bowl, el estadio donde jugaba Colombia. Habíamos comprado un buen cassette con canciones de la selección Colombia y el ambiente era de total entusiasmo. Ya en las calles de Pasadena comenzamos a cruzarnos con más colombianos y llegamos al gran parqueadero gritando, cantando y llenos de ambiente mundialista. Los 10 llevábamos pelucas del Pibe y una gran pancarta y nos tomaron muchas fotos camino del estadio.


El Rose Bowl era una fiesta total. La hora que pasamos antes de comenzar al estadio fue muy emocionante. El calor era infernal, el estadio queda en una hondonada y tocó dejar de lado las pelucas. El himno lo cantamos con gran emoción y arrancó el partido. A los 15, Radiocioiu se sacó media defensa y nos metieron el primero. Hagi comenzó a lanzar pelotazos de larga distancia a Córdoba, que estaba muy mal colocado, a pesar de todo lo que yo le gritaba desde la tribuna. Hasta que por fin en el minuto 34 le metió el gol que ya estaba muy anunciado. El desespero era total. A los 43, el Tren Valencia puso el descuento y en algo mejoró nuestro ánimo. Al medio tiempo bajé con mis hijos al baño y les dije muy confiado que el partido iba a quedar 3-2 a favor de Colombia. Vana ilusión. Los rumanos nos manejaron todo el partido y de sobremesa Radiocioiu nos clavó el 3-1 en el minuto 89. Casi nos morimos en esa tribuna. Salimos tristes y derrotados.

Las elecciones en Colombia

El domingo 19 de junio de 1994 se celebraba en Colombia la segunda vuelta de una reñidísima elección presidencial, al igual que en el 2014. Samper y Pastrana se disputaban la presidencia voto a voto y desde Estados Unidos tratamos de seguir los resultados. Yo me había llevado un flamante celular Motorola, al que le había activado un costoso roaming, para estar enterado de los resultados. Margo y su esposo nos habían invitado a los 10 a un asado en su casa y desde allí llamé a las 6 de la tarde a Gustavo Arenas, un buen amigo que sabía que lo iba a llamar. Me dio la mala noticia del triunfo de Samper, nosotros habíamos votado por Pastrana en la primera vuelta. Les conté a todos las noticias y quedamos tristes, sin saber todo lo que el polémico triunfo de Samper iba a representar para el país durante los siguientes 4 años. Se acababa, sin saberlo en ese momento, toda la prosperidad, la euforia y el bienestar que había representado el gobierno Gaviria.

Arrancaban en ese momento 8 dolorosos y oscuros años para Colombia. Cientos de miles de colombianos perderían su vivienda, decenas de entidades financieras quebrarían, la guerrilla se tomaría medio país. No lo veía todavía en aquella tarde de domingo en Los Angeles.


Colombia - Estados Unidos

El lunes 20 y el martes 21 de junio nos dedicamos a hacer turismo en Los Angeles. Recuerdo la ida a la playa en Huntington Beach, cuando me bajé de la van con una cerveza en la mano. Inmediatamente llegaron dos patrullas de policia con gran escándalo, me pidieron identificación, me hicieron botar la cerveza en una caneca y me informaron que solo se podía consumir alcohol escondiéndolo en las famosas bolsas de papel que uno ve en las películas. Obviamente se me quitaron las ganas de consumir alcohol, ya fuera con bolsa o sin ella. Nos metimos al mar y salimos corriendo de nuevo hacia la playa, pues la temperatura del agua era cercana al punto de congelación.

Visitamos muchos sitios en Los Angeles y reunimos fuerzas para el gran partido del día 22 de junio de 1994, en un Rose Bowl a reventar. La portería de Colombia nos quedaba muy cerca en el primer tiempo y comenzamos a alentar, pero nuestras voces apenas se oían con más de 93000 personas alentando al equipo local. A los 13 minutos, cuando apenas arrancaban las cosas, un centro del equipo gringo trató de ser cortado en el borde del área por Andrés Escobar, quien descolocó completamente a Oscar Córdoba y la metió en el arco colombiano. Autogol. No lo podíamos creer. Todos los hispanos que teníamos alrededor, que supuestamente simpatizaban por Colombia, gritaban como locos. El estadio se tambaleaba con los gritos. Solo nosotros, en medio de un mar de aficionados locales, permanecíamos sentados. Que tristeza veíamos en las caras de los jugadores.



A los 7 minutos del segundo tiempo, Stewart nos clavó el 2-0. De allí en adelante, el estadio retumbaba con el "IU ES EI" "IU ES EI" cantado por 93700 personas (menos los colombianos que queríamos que nos tragara la tierra). Mi cuñada Rocío me cuenta que todavía hay noches donde se despierta sobresaltada, con el retumbar del Rose Bowl en su cabeza.

El gol de descuento de Adolfo Valencia en el minuto 90 no sirvió para nada. Apenas terminó el partido les dije a todos que podían hacer con mi boleta para el tercer partido lo que quisieran, que yo no iba a pasar por otro sufrimiento como el que acababa de tener. Obviamente nadie me creyó. Salimos al parqueadero, donde todo el mundo hacía asados y descansaba hasta que el tráfico se hiciera un poco más fluido. 

Con los otros resultados del grupo, Colombia se convertía en el primer equipo eliminado del Mundial 1994. El equipo que iba a ser campeón, los jugadores que ya habían sido condecorados con la Cruz de Boyacá, había hecho un papelón en el Mundial. Nadie lo podía creer.

Rumbo a San Francisco

Big Sur, California
El 23 de junio lo pasamos en Los Angeles, de nuevo en plan de turistas. El 24 de junio viajamos a San Francisco, por la vía panorámica del Big Sur. Salimos bien temprano, desayunamos en San Luis Obispo y arrancamos por la carretera que va pegada al mar, en el Parque Nacional del Big Sur. El paisaje es imponente y cada parte del camino tiene su encanto. Yo estaba manejando cuando comencé a ver en el mar, cerca a la carretera, movimientos extraños. !Hay Ballenas! les dije a los demás. Inmediatamente paramos y comenzamos a ver el espectáculo.

Big Sur, California, junio de 1994
Monterey, California
No he visto algo parecido en una carretera en mi vida. Ballenas saltaban en el mar, muy cerca del acantilado. Era algo majestuoso, inolvidable. Seguimos por la carretera, más adelante pasamos por el famoso campo de golf de Pebbles Beach, sede de campeonatos de primer nivel mundial. Al medio día llegamos a la hermosa ciudad de Monterey. Almorzamos en el famoso Fisherman's Wharf, uno de los sitios más hermosos en que he estado en mi vida. Espectacular comida, hermosa vista, focas en el agua, para que más.

En el restaurante que almorzamos dejé botada mi cartuchera, con todos los pasaportes, tarjetas de crédito y los dólares del resto del viaje. Cuando me di cuenta, salí corriendo con mi cuñada, entramos al restaurante, preguntamos por mi cartuchera y, después de unas cuantas preguntas de verificación, me devolvieron todo completo, sin que se hubiera perdido un solo dólar. Dios protegiendo a sus descuidaditos.....

Monterey, California, junio 24 de 1994
Llegamos a Palo Alto, cerca de la Universidad de Stanford, al final de la tarde. El viaje de ese día es uno de los más agradables y pintorescos que yo haya tenido en mi vida.

Colombia - Suiza

El 25 hicimos el paseo a Napa Valley, pasamos el famoso Golden Gate, comimos en Chinatown en San Francisco, con el clima más agradable que yo haya tenido en mi vida. Cuando tengo mucho frío o mucho calor, siempre recuerdo con añoranza el hermoso clima de San Francisco en verano. Algún volveré, para ver si mis recuerdos son verdaderos o son el resultado de una ilusión.

El 26 de junio de 1994 nos dirigimos al Estadio de la Universidad de Stanford, para cerrar el ciclo de Colombia en el Mundial. El partido era puro trámite. ‘Carepa’ Gaviria y Hárold Lozano hicieron los dos goles colombianos, para ajustar un 2-0 que ya nada valía. Vivamos a los jugadores, que salieron con la cabeza gacha a pesar del triunfo. Una lástima, los jugadores estaban en un nivel altísimo, pero los múltiples factores extra futbolísticos acabaron con la ilusión de millones de colombianos.

Estadio de Stanford, Junio 26 de 1994. Colombia 2 Suiza 0
Ese día cumplía años mi esposa y le celebramos el cumpleaños esa noche en un restaurante de San Francisco. Al día siguiente nos separábamos y cada grupo seguía su camino, nosotros para Houston y los Pérez Rodríguez para otras ciudades de California. Terminaba nuestra aventura mundialística. En Colombia, mientras tanto, la Revista Semana que comenzaba a circular ese domingo incluía una pequeña nota sobre la posible existencia de unos cassettes que revelaban la financiación del cartel de Cali a la campaña presidencial de Ernesto Samper.

Intermedio: San Francisco - Houston - Bogotá - Ibagué

Dentro de las locuras que hace uno en la vida, me había comprometido a viajar a Colombia a una importante reunión el día 30 de junio de 1994. Viajamos con la familia el día 27 a Houston, donde mi cuñada Olga y su esposo Lucho. El día 29 viajé a Bogotá y seguí para Ibagué el 30 en la mañana. Asistí a la reunión, una Asamblea de Accionistas de la Corporación Financiera del Tolima, que habíamos comprado un grupo de tolimenses al Banco de Bogotá. Se formalizó la compra y se nombró una nueva Junta Directiva. Yo había planeado quedarme ese fin de semana en Ibagué y regresar el domingo 3 a Bogotá y Houston.

El sábado 2 de julio lo dedicamos a ver los partidos de octavos, cuando Alemania venció 3-2 a Bélgica y España 3-0 a Suiza. Todo el día estuve con mi mamá y mis hermanos, descansando y preparándonos para los partidos del día siguiente, que prometían ser muy buenos, sobre todo el de Rumania contra Argentina. Ya tenía ganas de regresar a continuar con las vacaciones.

Al día siguiente, me despertó mi mamá con una terrible noticia: la noche anterior en Medellín, habían asesinado a Andrés Escobar, en una discusión derivada de su autogol en el Rose Bowl. Me puse a llorar como un niño chiquito. Las emociones de todo el Mundial, la terrible tarde contra Estados Unidos, el retumbar de ese estadio, el sufrimiento de su cara, lloré por todo eso. Llamé entre sollozos a Rocio a Houston, ella no entendía de cual Andrés estaba hablando. Cuando finalmente me entendió, también lloró conmigo.

Andrés Escobar tenía 27 años la noche en que vilmente lo asesinaron unos apostadores resentidos en un bar de Medellín. Para completar ese luctuoso día, la Revista Semana confirmaba a grandes titulares la existencia de los narco cassettes, donde los Rodríguez Orejuela contaban como habían financiado la segunda vuelta de la campaña de Samper. La imagen internacional de Colombia estaba por el suelo.

La segunda parte

Muy aplanchado, regresé el domingo 3 por la noche a Bogotá y el día 4 de julio a Houston. Allí, decidimos rematar las vacaciones en México, en la casa de mi cuñada Martha. Terminamos viendo la final del Mundial 1994 en Acapulco, en el bar de un hotel. Terminaba así un muy movido mes, donde cambió la historia de Colombia. Nunca volveremos a ser como antes de aquel Mundial.

Hoy, en el 2014, también estamos frente a unas reñidas elecciones y esperando un esplendoroso Mundial de nuestra selección. Esperemos que los cambios que salgan de esta oportunidad, sean mucho mejores que los de hace 20 años.