jueves, agosto 07, 2014

La posesión de una esperanza frustada

Hoy hace 32 años asistí como invitado especial a la posesión del presidente Belisario Betancur Cuartas. El sábado 7 de agosto de 1982, en la Plaza de Bolivar de Bogotá inauguraba su mandato Belisario, entonces de 59 años de edad. 

Yo tenía ese día 25 años y había sido invitado al acto por el Comité Belisarista del Tolima, al que le había prestado algún soporte durante el desarrollo de la campaña presidencial.

Belisario Betancur era un signo de esperanza para muchos jóvenes como yo en aquellos comienzos de los años 80s. Había sido candidato presidencial en varias ocasiones, habiendo logrado un buen papel en las elecciones de 1970, cuando ocupó el tercer lugar. 

En 1978 había hecho una formidable campaña, a la que yo me vinculé con gran entusiasmo y pasión. No era el típico político, ni el típico conservador. Hablaba de grandes cambios, de esperanza, de paz entre los colombianos, de casas sin cuota inicial, de SI SE PUEDE. Su derrota por estrecho margen frente a Julio César Turbay fue una catástrofe para mi y para todos los jóvenes del Comité Belisarista Juvenil del Tolima, pues le habíamos dedicado meses a trabajar por él y por su victoria. Así que este día de agosto de 1982 era el momento cumbre de la carrera política de Belisario y la reivindicación de aquella terrible derrota de 1978.

Antes de las 2 de la tarde estuve en la tribuna de invitados especiales, mientras que la Plaza de Bolivar estaba a reventar. Oímos los discursos en la plenaria, el juramento del presidente, los aplausos a su discurso. Alrededor de las 4 de la tarde Belisario salió a la Plaza, en el costado del Capitolio.


Belisario se fajó un muy buen discurso, pues era un excelente orador. Habló de su programa de gobierno, lleno de esperanzas. Habló de la paz con gran vehemencia. Prometió que trataría de que no se derramara una sola gota de sangre entre colombianos.

Aquella tarde, todos queríamos creerle. Lamentablemente las cosas no salieron como él y tantos otros deseábamos. El Belisario poeta y soñador se enfrentaba con grandes monstruos: una guerrilla que aceptó su oferta de paz para continuar haciendo una solapada guerra. El creciente narcotráfico, que lo desafió matando a su joven ministro Rodrigo Lara Bonilla. Ambas fuerzas se unieron para tratar de derrocarlo con el salvaje ataque al Palacio de Justicia.

Belisario fue iluso en muchos campos, especialmente en el de la paz. Debió tener una terrible desilusión cuando aquellos a quienes tendió la mano lo traicionaron aquel noviembre de 1985. No ha querido hablar del tema en todos estos años. Pero ese sábado de agosto de 1982, la esperanza de los colombianos estaba en sus manos y él trató de encarnar esos sueños. Cuando lo saludé al comienzo de esa noche, le desee suerte y le traté de transmitir mi admiración y mi esperanza. Una esperanza que fue frustrada.

Durante su gobierno tuve una activa participación. Recién posesionado, Belisario afrontó una dura crisis financiera, donde nacionalizó el Banco del Estado. Nombrado presidente del banco el brillante ejecutivo Luis Prieto Ocampo, vinculó una serie de jóvenes, a los cuales me uní en octubre de 1983. El Banco salió adelante con el esfuerzo de muchas personas, que trabajamos con entusiasmo y dedicación. En diciembre de 1985 el ministro Roberto Mejía me nombró Subgerente de Comercio Exterior en el IDEMA y también allí trabajé con un entusiasta grupo dirigido por Orlando Sardi de Lima. En junio de 1986 regresé al Banco del Estado, donde el doctor Prieto Ocampo me nombró Director Nacional de Crédito.

Fueron 4 años de entusiasmo, de duro trabajo, cero corrupción. Creo que esa fue la impronta que transmitía Belisario. Muchos errores se produjeron en su gobierno, pero la suerte tampoco lo acompañó. Los precios del café cayeron, la devaluación fue durísima, la guerrilla intransigente, el narcotráfico muy fuerte. La mayoría de los colombianos solo recuerdan lo malo de su gobierno. A Belisario lo tratan mejor en el exterior, donde su obra de vida ha sido muy reconocida. No comparto su posición silenciosa frente al tema del Palacio de Justicia, pero personalmente creo que ha sido uno de los más colombianos que más esfuerzos ha dedicado al tema de la paz, la educación y la concordia.